Solidaridad de los croatas en Chile con el movimiento nacional en Croacia (1903)

 

Hechos registrados por la prensa chilena en 1903 con motivo de celebrarse el 73 aniversario de Francisco José I de Habsburgo

Studia Croatica, año XIII – Enero – Junio 1972- Vol. 44-45

Por Prvislav Weissenberger Raganzini

Visión panorámica desde el «centro del mundo»

Chile, país de «geografía loca», ofrece, bajo varios aspectos, valioso material para el estudio de las relaciones internacionales.

En lo que sigue, se dedica especial atención a la prensa como fuente de información. Debido a la extensión desproporcionada del territorio nacional a lo largo del Pacífico, en la prensa, chilena, la que tiene una tradición distinguida entre la del subcontinente americano, es precisamente donde se encuentra una respuesta al desafío de los complejos de aislamiento, creados por la distancia de los centros de desarrollo económico y adelanto cultural. Parafraseando la declaración del visionario economista chileno, Manuel de Salas, dada en vísperas de la Independencia que «abriendo nuestros puertos al tráfico con todas las naciones, nos podemos considerar ubicados en el centro del mundo», podría aplicarse el mismo criterio a la prensa chilena: conectándonos con las fuentes de comunicación -en una época más avanzada principalmente a través de los cables internacionales- estaremos bien informados de todos los acontecimientos del orbe, aunque ubicados en el último rincón de la tierra.

La prensa chilena registra de una manera prolija los principales sucesos internacionales del año 1903.

Las relaciones con la República Argentina, después del acertado arbitraje de S.M.B. en el litigio fronterizo (Canal Beagle), al entrar en una fase de fecunda colaboración mutua, ocupan, desde luego, el primer lugar del interés público, culminando en los festejos de la inauguración de la estatua del Cristo Redentor en la cima más elevada del paso de los Andes (marzo de 1904). Les siguen en importancia los problemas aún pendientes con los otros dos vecinos: Bolivia (un tratado definitivo de paz) y el Perú (el futuro de Tacna y Arica). La amistad tradicional con el Brasil, el que junto con la Argentina forma el núcleo de una integración en varios campos de actividad, absorbe a menudo las columnas de la prensa (Estados ABC). La tirantez de los EE.UU. de Norteamérica a causa del Istmo de Panamá, así como la situación en Venezuela, México, Cuba y Puerto Rico preocupan a la opinión pública, interesada en el respeto al principio de solidaridad de los estados americanos.

Según la prensa, la suerte de los boers perseguidos afecta mucho a los chilenos, que miran con gran simpatía los planes de una eventual colonización en el sur del país de elementos tan valiosos que podrían bien suplir la penuria de una inmigración selecta.

La efervescencia en el Lejano Oriente, donde el avance de las construcciones rusas choca con los crecientes recelos de los japoneses, lo que pronto desembocará en un conflicto armado, se relaciona directamente con los debates públicos sobre la conveniencia de la venta de dos acorazados chilenos, todavía en construcción en los astilleros ingleses, al Japón, pues a raíz del avenimiento con la República Argentina en cuanto a la reducción recíproca de los armamentos navales, podía prescindirse de las adquisiciones recientes para utilizar los fondos disponibles de la venta en urgentes obras públicas.

La muerte del anciano y aristocrático Papa León XIII y la elección del nuevo Pontífice, S.S. Pío X, de humilde origen, ofrecieron a la prensa ocasión para amplios comentarios, inclusive en lo tocante a las relaciones entre la Iglesia y el Estado; pero fue sobre todo un insólito incidente el que tuvo resonancia aun en el exterior: la oración fúnebre en el Templo Metropolitano de Santiago a cargo de un locuaz presbítero, quien no escatimó en lanzar invectivas contra las grandes potencias europeas, provocando así comprensibles protestas del Cuerpo diplomático residente.

El interés chileno por los Balcanes

Los disturbios en los Balcanes, punto neurálgico («el barril de pólvora»), donde se entrecruzaban los intereses de las grandes potencias europeas, adquirían el carácter de preludio de un conflicto mundial. La publicidad de los sucesos balcánicos despertaba gran interés de los chilenos en general, pero de una manera especial en la región productora del salitre, donde, además, vivían núcleos de inmigrantes croatas. El levantamiento de los cristianos contra el yugo turco en Macedonia hacía ya percibir rasgaduras en el sistema creado para los Balcanes en el Congreso de Berlín (1878). Bulgaria apoyaba las reclamaciones de sus connacionales en Macedonia; Serbia tampoco podía quedarse indiferente por lo que sucedía en aquel crisol de razas, más aún después del regicidio en Belgrado, el 11 de junio de 1903, que puso fin a la dinastía Obrenović, tildada de austrófila. Los sucesos sangrientos en Serbia, por lo horroroso del procedimiento, habían estremecido a todo el mundo civilizado. El auge repentino de los círculos militares conspiradores -cuya influencia era manifiesta bajo la nueva dinastía de los Karađorđević-, de orientación rusófila, despertaban una viva preocupación en Chile, quizás más de lo que podría suponerse por la distancia que le separa del escenario de los acontecimientos.

Austria-Hungría, la «monarquía a plazo» obligada periódicamente a prorrogar el Arreglo del año 1867, entra en el año 1903 en una fase crítica, en vista de la tenaz resistencia de la oposición húngara a la prorrogación de la ley de reclutamiento y el presupuesto de los gastos comunes (ejército y marina, relaciones exteriores y finanzas comunes). El Partido de Independencia (Kossuth o el Partido de 1848), apoyado por otros opositores, exige la magyarización del ejército reclutado en Hungría como condición previa para aprobar la cuota húngara de reclutas, ya de por sí bastante baja en vista de la necesidad imprescindible de aumentar el armamento al ritmo de las otras potencias. La amenaza magyar toca en los fundamentos del Arreglo austro-húngaro (Ausgleich) del año 1867, por el cual el imperio de los Habsburgo consintió en la partición de la Monarquía danubiana en dos estados con tal de preservar la unidad del ejército y la política exterior, dos pilares de apoyo de la dinastía en su afán de no dejar menoscabado el prestigio propio ni el de la Monarquía en el concierto europeo.

El corolario de la lucha entre Austria y Hungría lo presenta Croacia, la que, por su parte, lleva una encarnizada oposición a la política del gobierno húngaro, abusador de una posición de poder, en abierta contravención a las estipulaciones explícitas en el Arreglo húngaro-croata (Nagodba) del año 1868. Las demostraciones en Croacia y Dalmacia contra Hungría, reprimidas con excesiva violencia, revisten proporciones alarmantes. Cuando los diputados croatas de Dalmacia o Istria, en acto de solidaridad nacional, recurren a la intervención del Emperador en Viena, y no encuentran el apoyo apetecido del monarca en un vibrante llamado se dirigen a la opinión pública mundial. La medida, tomada en un momento de desesperación, surte su efecto y tendrá resonancia a largo plazo, contribuyendo a que la política croata se realizara, distanciándose de la dinastía habsburguesa.

La reacción de los croatas en Chile

Los croatas en Chile, en su mayoría súbditos austriacos de Dalmacia, y un núcleo menor proveniente de Istria y el Litoral croata al sur de Rijeka (Fiume), los que forman casi la totalidad de los «austro-húngaros» en Chile, reaccionarán de una manera espontánea y vigorosa en favor de la patria oprimida, secundados en sus anhelos con evidente benevolencia por la mayor parte de la prensa chilena.

Por lo tanto, la memorable fecha, el 18 de agosto de 1903, el 73º aniversario del nacimiento de S. M. Francisco José I, ofrece, a través de la prensa chilena, una prueba bien evidente de la reacción croata libre de trabas; no existiendo censura de prensa en Chile, tanto la política oficial-diplomática como el desborde de los sentimientos sinceros de los croatas, en acto de solidaridad con la patria lejana, tienen en la prensa su expresión adecuada y contribuyen al esclarecimiento de los sucesos en aquel año crucial.

Por haber transcurrido más de cien años del Arreglo húngaro-croata (1868), en una perspectiva histórica pueden calificarse de funestas las consecuencias de la desvirtuada aplicación de aquel convenio. Al mismo tiempo, ateniéndose a lo acaecido en Chile -donde, por coincidir varios factores favorables, quizás más que en cualquier otro lugar del exterior- la fuerte reacción de los inmigrantes croatas ha tenido influencia sobre los mismos políticos croatas dálmatas, quienes, alentados por sus connacionales en tierras lejanas, tomarán la iniciativa años después para dar otro rumbo a las reivindicaciones nacionales, tendiente a la emancipación completa de Viena y Budapest.

Establecimiento de las relaciones diplomáticas Chile-Austria

En 1903 se establecieron las relaciones diplomáticas entre Chile y Austria-Hungría, cuyo primer Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario, conde Leonardo Starzénski, acreditado ante el gobierno de Chile, con residencia fija en Santiago, presentó sus credenciales a S. E. el Presidente de la República de Chile, don Germán Riesco (1901-1906), el 16 de marzo de 1903. En su discurso en tal ocasión, el conde Starzénski destacó que «el vivo interés con que el Emperador y Rey, mi augusto soberano, sigue el desarrollo y el progreso constante que se manifiesta en la República de Chile, ha determinado a Su Majestad a establecer una Legación Imperial y Real con esta residencia».

No se trata, por supuesto, de una frase convencional, ya que Chile experimentó un progreso indiscutible en los decenios después de haber incorporado a su soberanía las provincias de Antofagasta y de Tarapacá» (1879), consiguiendo, en base a la creciente producción, controlar el mercado internacional del salitre.

La población subió de 2.527.041 en 1885 a 3.249.279 en 1907 y al mismo tiempo creció el número de los extranjeros en Chile de 87.077 a 134.524, lo que evidencia la atracción que ejercía en el exterior el auge de la economía chilena.

La provincia de Antofagasta (departamentos de Antofagasta, Tocapilla y Taltal) donde se registra el mayor número de «austriacos» en el Norte, tenía en 1885 un total de 16.549 habitantes. La población subió en el próximo decenio a 21.678, para experimentar después un aumento acelerado, alcanzando la cifra de 69.978 habitantes en el año 1907. La población de la ciudad de Antofagasta subió de 7.588 en 1885 a 32.496 en 1907.

La provincia de Tarapacá (departamentos de Tarapacá y Pisagua) tenía en 1885: 45.086 habitantes, en 1895: 89.751 y en 1907: 110.036, lo que da una idea del desarrollo de esta provincia (Iquique, la capital de Tarapacá, tenía, en el año 1907, 40.171 habitantes).

La población del Territorio de Magallanes, en el extremo sur, aunque había progresado en el anterior decenio, alcanzaba en 1885 sólo la modesta cifra de 2.085 habitantes, pero subió a 5.170 en 1895 y, según el censo de 12 años después, aumentó más de tres veces, a 17.330 en 1907.

Los inmigrantes de Austria-Hungría en 1885 no representaban ni un décimo de alemanes en Chile, esto es, 674 emigrantes (alemanes 6.808, italianos 4.114), pero ya 10 años después, en 1895, los austro-húngaros son 1.550 (alemanes 7.560, italianos 7.797), y, según el censo de 1907, ascendieron a 3.813 emigrantes.

En 1907, en la provincia de Antofagasta había un total de 890 austriacos (766 hombres y 124 mujeres), mientras en la provincia de Tarapacá había 415 (355 hombres y 49 mujeres).

Entre un total de la población urbana del Territorio de Magallanes de 12.199 en el año 1907, hay 4.354 extranjeros y de ellos 1.217 austriacos (817 hombres y 400 mujeres), los que ocupan el primer lugar entre los extranjeros, seguidos de 846 españoles, 610 británicos, 317 italianos, 271 alemanes, etc., mientras entre la población rural hay 544 austriacos (467 hombres y 77 mujeres), lo que da un total de 1.761 austriacos entre 6.499 extranjeros en el Territorio de Magallanes. Entre los pobladores rurales, los austriacos tienen casi la misma participación que los británicos (574) y los españoles (551).

En Valparaíso y Santiago, las provincias más pobladas, los datos para el año 1907, registran 218 y 207 súbditos de la Monarquía danubiana, respectivamente, y es probable que este aumento se realizó después de los años 1900-1903, ya que, según noticias del año 1900, al constituirse la primera Sociedad austro-húngara de socorros mutuos en Valparaíso, la forman 38 caballeros austro-húngaros, en su mayor parte con apellidos croatas.

En la capital, Santiago, al reunirse la colonia austro-húngara para recibir en la estación al Ministro, conde Starzénski, se mencionan en los diarios los señores: Rodolfo von Braun, Catone Nicoreanu, Rosenfeld, Wahlrath, Schmoelzer, Isakiewicz, etc., pero no figura entre ellos ni uno con apellido croata, por lo que es probable que la colonia en la capital fuera bastante reducida en aquel momento.

En las provincias de Valdivia y Llanquihue, regiones agrícolas y forestales, adjudicadas primordialmente a la colonización alemana, el Censo del año 1907 incluye 75 austro-húngaros (57 hombres y 18 mujeres), y 62 (28 hombres y 34 mujeres), respectivamente, pero en los informes diplomáticos, en cuanto accesibles, jamás se hace mención de esos austro-alemanes, de Silesia, quienes junto a los grupos de alemanes del Reich, a través de los agentes de inmigración chilenos en Hamburgo, fueron atraídos a Chile, en un plan reiterado de colonización en las regiones sureñas, en los años 1871-1872, viajando sin pasaportes o con un pasaporte colectivo, y siendo alemanes acudían, en caso de necesidad, a las representaciones consulares del Reich alemán. Una huella durable de estos austriacos se encuentra en el nombre de la aldea Neu Braunau, pues procedían de Braunau y sus alrededores (quizás inclusive allende de la frontera), de la Silesia austriaca, lo que no hay que confundir con Braunau en Alta Austria, lugar de nacimiento de Adolf Hitler.

La inauguración de la residencia de la Legación austríaca – 73º natalicio del emperador Francisco José

El primer Ministro de Austria-Hungría acreditado en Chile tenía el mismo encargo para Bolivia y el Perú, pero debido a varias epidemias en los puertos del Pacífico (peste bubónica, viruela, etc.) y las cuarentenas que se aplicaban para el caso, tuvo que aplazar el viaje al Norte hasta octubre, no teniendo así la ocasión de establecer antes contacto personal con las colonias austriacas en Antofagasta, Iquique y Taltal. Su actividad, por lo tanto, se reducía a la organización paulatina del servicio diplomático y consular, cumpliendo con ello las reiteradas solicitudes de las colonias.

De acuerdo con las costumbres diplomáticas, la fiesta nacional, el 73º aniversario del natalicio del Emperador y Rey, ofrecía una propicia oportunidad para inaugurar: públicamente la residencia de la Legación, brindando un recibimiento a las autoridades, el Cuerpo Diplomático y las relaciones sociales.

El diario de la tarde, Las Ultimas Noticias de El Mercurio, en su columna dedicada a la vida social, da a conocer, ya el 12 de agosto de 1903, que «con motivo de ser el 18 del presente mes el aniversario del natalicio de S. M., el Emperador de Austria, el Enviado Extraordinario de ese país ante el nuestro, señor conde de Starzénski y su distinguida esposa, recibirán al Cuerpo Diplomático y a sus numerosas relaciones, en gran recepción la noche de ese día. La fiesta tendrá el carácter de un baile y asistirán a ella distinguidas personalidades de nuestro mundo político y social».

Estas noticias y las de los siguientes días sobre el mismo tema son comunicadas por telegrama a las redacciones de los diarios en las provincias, y aparecen, en extracto, en los diarios de Valparaíso, Punta Arenas, Antofagasta, Iquique y aún en Taltal.

El mismo vespertino, el 17 de agosto, rectifica la anterior noticia, subrayando «que la recepción de los señores de Starzénski no tendrá enteramente el carácter de lo que entre nosotros se llama un baile, sino más bien lo que los ingleses designan con el nombre de «at home», y el día siguiente aparece la noticia: «Esta noche tendrá lugar en la Legación de Austria-Hungría un gran banquete», dando a conocer los invitados, entre ellos S.E. el Presidente de la República y los ministros del Interior y Relaciones Exteriores.

El diario de mayor tirada y circulación en todo el país, El Mercurio de Santiago, publica, el 18 de agosto, un artículo editorial, bajo el título «El natalicio del Emperador de Austria-Hungría -Recuerdos de su vida», el que ofrece un ejemplo de un bien documentado informe, amén de un juicio acertado, características inconfundibles de esa redacción periodística a través de decenios. Es probable que al siguiente artículo le haya precedido alguna entrevista con el diplomático austro-húngaro, interesado en que sus compaisanos se percataran de la importancia de la fiesta patria. El relato refleja un espíritu conciliador, tendiente a familiarizar al lector en lo posible, con la «idea austríaca» arraigada principalmente en la dinastía. En las declaraciones ulteriores del conde Starzénski así como en las noticias de inspiración oficial que aparecerán en el Norte, hay una afinidad con el conmemorativo artículo editorial:

«S. M. Francisco José I, Emperador de Austria, Rey de Hungría y de Bohemia, cuyo natalicio se celebra hoy, nació el 18 de agosto de 1830 y es hijo mayor del archiduque Francisco Carlos, 2º hijo del Emperador Francisco I. Su madre era la archiduquesa Sofia, hija de Maximiliano I Rey de Baviera.»

«En 1835, subió al trono el Emperador Fernando, hombre que ni física ni moralmente era capaz de desempeñar ese cargo. En 1848, Fernando abdicó y el trono pasó a su hermano Francisco Carlos, quien lo renunció en favor de su hijo Francisco José. Fernando vivió todavía largos años y murió en 1875.»

«Los primeros años del reinado de Francisco José sufrieron las perturbaciones comunes en aquella época a casi todos los estados europeos. Las agitaciones en Hungría provocadas en cierto modo por la vigorosa política del príncipe de Schwarzenberg, opusieron serias dificultades al joven monarca.»

«En 1853, un húngaro llamado Libeny, quiso asesinar al Emperador y lo hirió gravemente con un puñal.»

«Posteriormente, el Gobierno de Francisco José ha sido más feliz y de él puede decirse que es uno de los pocos monarcas constitucionales que han conservado autoridad efectiva e influencia real. Ha tenido en sus manos no sólo el nombramiento de los ministros sino también la dirección de la política. Posee gran conocimiento de los negocios, extraordinaria actividad y claridad de entendimiento.»

«Aunque respetuoso del sistema parlamentario, no ha dejado nunca de ser el verdadero director de la política internacional, financiera y administrativa de sus países.»

«La guerra con Prusia, en 1866, tan desgraciada para Austria, se sabe que fue resistida por el Emperador hasta donde el honor de su país se lo permitió.»

«A su talento se debe la posición que Austria ocupa hoy en el equilibrio europeo, aliada con Alemania e Italia.»

«En su vida privada, Francisco José ha sido víctima de terribles catástrofes.»

«Su hermano Maximiliano, héroe de la aventura imperial de México, murió fusilado en Querétaro.»

«Su hijo mayor, el archiduque Rodolfo, cayó envuelto en la horrible tragedia de Mayerling. Hasta hoy es un misterio cómo murieron el príncipe Rodolfo y la hermosa baronesa Vetzchera a quien amaba.»

«La ilustre Emperatriz Isabel, mujer de un talento y hermosura excepcionales, fue miserablemente asesinada en Ginebra por un anarquista.»

«La viuda del archiduque Rodolfo, Estefanía, se casó en 1900 con el conde Lonyaj, sacrificando su rango y su posición con grave disgusto del anciano Emperador.»

«Otro de los miembros de la familia, el archiduque José Salvador, huyó en 1887 de la corte de Austria, y con el nombre de Juan Orth, tomó el mando de un buque a vela. Nunca se ha sabido qué suerte corrió. La hipótesis más aceptada en Viena, es que naufragó en el Cabo de Hornos en un viaje de Buenos Aires a Valparaíso, en 1896.»

«En medio de estas desgracias, el ilustre anciano ha podido conservar la entereza de su ánimo para seguir gobernando con sabiduría a su pueblo. Es hoy uno de los soberanos más queridos de sus súbditos; en Austria y en Hungría se reconocen sus virtudes y su talento.»

«Francisco José cumple hoy 73 años. Es el más anciano de los monarcas europeos después del Rey de Dinamarca. Tiene una constitución vigorosa y lleva una vida metódica y activa que permiten al Imperio austro-húngaro esperar que todavía su existencia se prolongue por muchos años.»

«Al saludar el aniversario de su natalicio, hacemos los votos más fervientes por la felicidad personal del Emperador y la prosperidad de los pueblos que forman su Imperio.»

«Por primera vez, Francisco José está representado en Chile por un Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario; y la elección que para ese cargo hizo de un diplomático tan distinguido como el conde de Starzénski, prueban que tuvo el deseo de fundar sobre una buena base las amistosas relaciones entre el poderoso Imperio y nuestra República».

El más antiguo diario santiaguino, El Ferrocarril fundado en el año 1855, entre sus notas del día, registra el «Día onomástico de un soberano», dando a conocer brevemente unos datos biográficos de Francisco José, destacando que «su reinado, que alcanza ya 55 años, es uno de los más largos de la historia», y en «vida social» apunta, con más precisión que los otros, que «a las 91/2 p.m. tendrá lugar en la Legación una tertulia, a la que han sido invitados el Cuerpo Diplomático y las relaciones del señor Ministro».

El Ferrocarril, con su excelente servicio de corresponsales en las provincias, se adelantó a otros periódicos de la capital al publicar, el mismo día 18, un telegrama de Iquique, expedido el 17. La noticia, no cabe duda, habrá provocado la primera sorpresa desagradable al Ministro austro-húngaro pues revela nada menos que «los comerciantes croatas cerrarán mañana poniendo el siguiente letrero: «Por duelo patriótico» como protesta por la actitud de Francisco José en los asuntos de Croacia».

La sorpresa no habrá sido menor para los atentos lectores de El Ferrocarril, los que seguían en la página literaria los últimos capítulos de la azarosa historia de «María Teresa en Hungría» del Conde de Locmaria (traducida por El Ferrocarril), pues en ella se exaltan a las tropas croatas que se distinguieron por su valor y lealtad al trono. Fue el Sabor croata (Parlamento) el que en el año 1712, anterior e independientemente de Hungría, aceptó la Sanción Pragmática, propugnada por el último varón de los Habsburgo, padre de María Teresa, la que establece la sucesión al trono en el caso de extinguirse la línea masculina, asegurando así a su hija la herencia.

El diario radical, La Lei, fundado en 1894, así como el vocero del partido conservador, El Diario Ilustrado, no traen el día 18 de agosto ninguna noticia referente al onomástico de Francisco José. Estos diarios, de carácter partidista, concentran su atención en la renuncia del Gabinete, presentada el día anterior por la tarde.

El Diario Ilustrado, por su parte, parece haberse percatado de la omisión, ya que el día siguiente, el 19, después de insertar en la primera página arriba las fotografías de los seis ministros dimisionarios, «El ministerio que se va», publica un reciente retrato de Francisco José I, en vistoso traje de magnate húngaro, poniendo de relieve en el breve texto, además de las virtudes cristianas del festejado, los tristes sucesos familiares de los Habsburgo, los que despertaban tanto el interés como la compasión del público chileno:

«¡Imposible saberlo! Puede que algún historiador futuro logre dar con la causa en algún rancio mamotreto. Nuestros hijos lo sabrán por nosotros.»

«La colonia austriaca celebró ayer el natalicio de su Emperador que nació el l8 de agosto de 1830 y que a pesar de su edad es uno de los reyes que promete más larga vida. En su vida, sucesos trágicos han probado su resignación y su piedad cristiana. Hermano suyo era el desgraciado Maximiliano, Emperador de México; su esposa Isabel fue villanamente asesinada en 1898, en septiembre.»

«Francisco José se distingue por la nobleza de su carácter y su caridad. Numerosas historias se cuentan de él, tan edificantes por la bondad como por el valor y la grandeza de ánimo que las inspira.

«Es el soberano que lleva tras de sí el amor y el respeto de su pueblo.»

«Saludamos a su representante en Chile, señor Starzénski».»

Sobre el desarrollo de la jornada conmemorativa, el amplio informe en El Mercurio, el 19 de agosto, ofrece todos los pormenores conforme con el protocolo y al gusto de la época, los que no carecen de interés, por tratarse del primer recibimiento oficial y por el contraste con el ambiente en el que los súbditos de la Doble monarquía, en su mayor parte, recordaron la misma fecha.

«Las fiestas en la Legación de Austria-Hungría en conmemoración del 73º aniversario del natalicio de S. M. Francisco José, se verificaron ayer en forma que habíamos anunciado y con el más brillante éxito.

«En la tarde, el señor Ministro recibió la visita del Encargado de Negocios de Bélgica, señor J. van der Heyden y su secretario, de la mayor parte de los súbditos austriacos y toda la colonia austro-húngara residente en Santiago.»

«En la noche se verificó el banquete que anunciamos en nuestra edición de la tarde de ayer.»

«El elegante comedor de la casa que ocupan los condes de Starzénski, estaba soberbiamente engalanado con las más hermosas flores de la estación. En vasos de cristal y en ricas piezas de plata había una gran profusión de violetas blancas y moradas. En la testera principal de la sala, sobre la amplia chimenea en madera, se veía un retrato del Emperador y Rey Francisco José.»

Se sentaron a la mesa, además de los dueños de casa, las siguientes personas:

«S. E. el Presidente de la República, señor don Germán Riesco y señora, señor don Rafael Sotomayor y señora, señor don Máximo del Campo y señora, señor don Agustín Baeza E. y señora, señor don Manuel Recabarren y señora, Excmo señor Pietro Monti, decano del Cuerpo Diplomático y secretario; general señor don José Manuel Ortúzar, general señor don Jorge Boonen Rivera; señor conde Trauttmansdorff, secretario de la Legación y señor don Rodolfo von Braun.»

«A los postres, el señor conde Starzénski, hizo un afectuoso recuerdo de su Soberano, invitando a los presentes a beber en su salud.»

«Después del banquete los salones comenzaron a llenarse de una concurrencia distinguidísima que acudía a saludar al Ministro de Austria y su esposa.»

«Las diversas salas ofrecían un aspecto hermosísimo, decoradas con enormes bouquets de violetas y juncos distribuidos en artísticas jardineras. Llamaban la atención los ricos muebles, las obras de arte y la disposición general de los salones arreglados con el mejor gusto. Debemos mencionar especialmente la valiosa colección de viejos grabados en piedra y en madera que poseen los señores Starzénski y que es acaso única en su género en Chile.»

«Aun cuando no se trataba propiamente de un baile, sino de una recepción en la forma acostumbrada en Europa, algunas parejas aprovecharon los valses que una espléndida orquesta ejecutaba en los intermedios de algunas piezas de concierto.»

«La toilettes de las señoras eran lujosísimas. Muchos de los vestidos denunciaban claramente grandes firmas parisienses. La mano de Doucet, Paquia, Redfern, había pasado por allí.»

«Eran más de las 2 de la madrugada, cuando los invitados se despedían de los dueños de casa, encantados de las formas tan delicadas y de tan buen gusto que había tenido la fiesta de nuestro mundo diplomático y oficial».

Desórdenes en Croacia y en Antofagasta

El mismo día, en el diario de la tarde Las Ultimas Noticias de El Mercurio, aparece, bajo el título «Manifestaciones hostiles en la Croacia» un cablegrama, expedido de Viena en la misma fecha, que dice:

«La celebración del aniversario del natalicio del Emperador y Rey Francisco José, efectuada ayer, ha sido causa de grandes desórdenes en Croacia.»

«Se organizaron numerosos meetings de protesta; reuniones concluyeron en verdaderos motines populares.»

«Hubo en varios puntos choques entre los manifestantes.»

«Las autoridades no pudieron impedir estos desórdenes.»

«Resultaron de estos choques cinco muertos y veinte heridos».

Ese diario publica el día siguiente, el 20 de agosto, un telegrama de Antofagasta, «Divergencias entre austriacos y eslavos» enviado el 19, en el que se da a conocer brevemente lo acaecido en el puerto norteño: «Ayer, el intendente de la provincia, de orden del señor Ministro de Relaciones Exteriores, ordenó arriar la bandera croata que flameaba a media asta y enlutada en el edificio que ocupa la sociedad de esta colectividad. Había sido izada en señal de protesta por los sucesos en Croacia.

«Esta medida de la autoridad lleva alguna agitación en los círculos eslavos y dio origen a algunas disputas entre Juan Balarin, austríaco y Mateo Vlahović, eslavo; el primero hirió con una bala de revólver al segundo.»

«Se cree que no tendrá mayor consecuencia en esta ciudad la divergencia entre austriacos y eslavos».

El 20 de agosto, todos los diarios santiaguinos registran que «el señor Ministro de Austria-Hungría, conde de Starzénski, visitó ayer al señor Ministro de Relaciones Exteriores para agradecer la visita que en nombre del Supremo Gobierno le hicieron anteayer el señor subsecretario de Relaciones Exteriores y el señor edecán de S. E. con motivo del natalicio de S. M. Francisco José I y El Diario Ilustrado, al referirse a la visita, nos da a conocer que «mientras se practican las gestiones para organizar un nuevo Ministerio, los señores Ministros dimisionarios continúan asistiendo a sus oficinas y firmando el despacho diario de sus respectivos departamentos». La visita diplomática quizás se debe a la situación de emergencia, creada por los sucesos en Antofagasta, los que en el caso del joven Vlahović tendrán un desenlace trágico que quedará silenciado en la prensa del país, con excepción de Antofagasta.

Los croatas en Valparaíso cerraron sus negocios

En Valparaíso, puerto principal y centro comercial-financiero de Chile, donde la colonia austro-húngara residente tenía su Sociedad de Socorros Mutuos, desde 1900, la prensa local se limita a avisar a sus lectores, el 18 de agosto, que habrá fiesta en la Legación de Austria-Hungría, situada «en la calle Miraflores esquina N. O. de Huérfanos». El Mercurio de Valparaíso sorprende por su laconismo, pues no hace ninguna referencia a los inmigrantes respectivos y termina su crónica conmemorativa en tono oficial: «en este día de júbilo para Austria-Hungría, cumpliendo con el grato deber de enviar un respetuoso saludo al ilustre monarca S. M. Francisco José I, y uno muy cariñoso al primer Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de esos países en Chile, el Excmo señor conde de Starzénski».

El día siguiente, el 19, aparece en El Mercurio de Valparaíso un telegrama de Antofagasta, bajo el título «Los comerciantes croatas» que dice: «Los comerciantes croatas en esta plaza cerraron hoy sus negocios en señal de protesta por los acontecimientos últimamente desarrollados en Croacia y por la actitud que asumió ante ellos el Emperador Francisco José».

El diario porteño no trae, en los próximos días, ninguna noticia más de Antofagasta, debido probablemente a la escasez de espacio, pues los festejos de despedida en honor del Ministro de la República Argentina, señor don José Antonio Terry, quien fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores en el país vecino, así como la crisis ministerial absorbían por completo las páginas en aquel momento.

Los croatas en las regiones norteñas de Chile

El ya insinuado cuadro sincrónico de los acontecimientos en Antofagasta, Iquique y en Croacia, registrándose víctimas en el mismo día onomástico de Francisco José, exige una breve explicación en cuanto al lugar especial que ocupa la colonia croata en las regiones norteñas de Chile: el punto principal de su actividad es la ciudad de Antofagasta, cuya importancia resalta aún más por su conexión con el interior y, allende la cordillera con otra colonia igualmente próspera, la de Oruro en Bolivia.

La provincia de Antofagasta es la más estéril de Chile, pero abundan minerales de cobre, plata y bórax y en aquel tiempo, sobre todo, sobresale la explotación del salitre, dando gran incremento a la industria y comercio. El ferrocarril de Antofagasta a Oruro, construido en 1889, en una extensión de 922 kilómetros, de los cuales 441 se encuentran en el territorio chileno, ha contribuido a que Antofagasta fuera además el puerto para el comercio con el sur de Bolivia, donde también se registran años de prosperidad notable:

«En el período que comienza en 1900 hubo acontecimientos decisivos para la economía boliviana. Las posibilidades que había abierto la construcción del primer ferrocarril para el desarrollo de la minería, entraron en su fase de realización. A partir del indicado año, el estaño constituyó la base de la economía boliviana, habiendo sustituido a la de plata. Las cifras de su exportación, que en el año 1895 habían sido 3.749 toneladas, subieron, en 1901, a 21.816 toneladas».

Para los inmigrantes croatas, Antofagasta no es solamente el centro de actividad económica sino también el del movimiento nacional de solidaridad con la madre patria. El hecho se explica por varias razones. Se trata de un núcleo compacto, proveniente, en su gran mayoría, de las islas Brač, Hvar y Vis, frente a Split, la ciudad más importante de Dalmacia y centro del movimiento nacional croata, bajo la guía de su alcalde, el Dr. Ante Trumbić, diputado en la Dieta dálmata de Zadar y en el Parlamento de Viena. Los pobladores de aquellas villas y aldeas isleñas, las que tenían el carácter más bien de pequeñas ciudades, con sus círculos de lectura, gozaban de un nivel cultural relativamente alto en comparación con las localidades dálmatas en el interior de la costa. Es un hecho que se refleja entre los inmigrantes croatas en esta región, donde ocupan una posición social de clase media y bien acomodada. En el departamento de Antofagasta, según el Séptimo censo general del año 1891, clasificados por profesiones, entre los 172 austro-húngaros, había 111 comerciantes y 41 empleados particulares (además: albañiles 4, herreros 2, ingenieros 2, mecánicos 4, mineros 1, pintores 1, etc.), lo que nos explica la reacción de este grupo, pues es la clase media por doquiera el sostén del movimiento nacional y progresista, y en el caso concreto de Chile, los inmigrantes tienen presentes los ideales que creían ver realizados en Chile (responsabilidad del gobierno ante el Parlamento, libertad de prensa, posibilidades de un ascenso social por méritos propios, etc.) que coinciden con el programa del Partido Croata del Derecho, cuya línea seguían fielmente.

Otro hecho de gran importancia es la aparición en Antofagasta de un periódico en lengua croata, Sloboda (Libertad), el 19 de marzo de 1902, como órgano de la colectividad croata en Antofagasta, el que es, al mismo tiempo, el único periódico de ese género en Hispanoamérica.

«Este periódico es el primero que ve la luz pública -dice el editor en su primer artículo, en castellano- en esta hospitalaria tierra, y como se nota en el título y en la figura que se destaca en primer término, es la encarnación en este caso de la libertad que nosotros los eslavos deseamos».

«Su divisa sería obtener la independencia, por la que lucharon los chilenos en 1810, tarea magna que ha de ser simpática a cuantos no han renunciado a sus verdaderas prerrogativas de hombres».

En los últimos párrafos, el mensaje inaugural reitera la hazaña misionaria: «Y por servir los intereses de la patria querida, de los particulares y de la colectividad aquí residente, nace Sloboda, modesto centinela que espera no cansarse en el puesto que voluntariamente ha escogido».

Al finalizar, en tonos vibrantes, tiende Sloboda un puente hacia la tierra de los padres: «Desde aquí, desde este apartado rincón del mundo, en donde las artes, la ciencia, el comercio y la industria han hallado ancho campo para su desarrollo; desde aquí, donde los derechos del hombre han encontrado inmensa esfera de acción; desde aquí, donde no hay castas privilegiadas ni distinciones odiosas, Sloboda, órgano de los eslavos, envía al suelo patrio las manifestaciones de nuestros sentimientos y la voz de confianza y anhelo, que han de ser como rocío bienhechor en el corazón de nuestros hermanos del suelo natal».

Entre los periódicos de Antofagasta, el diario de la tarde, El Comercio, fundado en el año 1897, parece el más propicio a la causa croata -no solamente por dedicarle mayor espacio de lo que podría esperarse, por lo exótico del tema que se ventilaba en un ambiente chileno con fuerte dosis cosmopolita- sino también por su disposición de entrar en sendas polémicas en defensa de la actitud algo doctrinal de los croatas.

En víspera del onomástico, El Comercio publica en extenso en su página editorial, la decisión tomada en la asamblea del Comité croata, el domingo 16 de agosto de 1903, además de los discursos pronunciados, dos hechos significativos, que pueden considerarse como una expresión genuina de los sentimientos que animaban a la mayoría de los croatas en Chile. Por las condiciones específicas, el momento y la forma en que fueron formuladas esas declaraciones, ofrecen al investigador del movimiento nacional croata en el exterior un punto de apoyo que le facilite comprender la actitud ulterior frente a los cambios que experimentará la política croata, a iniciativa de los croatas-dálmatas, y que redundarán en la Resolución de Rijeka (Fiume), el 3 de octubre de 1905, cuando la política croata se desprende de su aislamiento y encauza el rumbo hacia una solución «sudeslava» -balcánica (yugoslava).

Bajo el título: Los eslavos – Su reunión de ayer – Acuerdos patrióticos sigue el informe de El Comercio:

Desde días atrás los diarios locales venían publicando un aviso por el cual se citaba a una reunión de todos los eslavos residentes en este puerto.

«La reunión se efectuó ayer con una concurrencia numerosa de eslavos y algunas otras personas expresamente invitadas.»

«Don Juan Krstulović, redactor y propietario de Sloboda, en idioma croata, declaró formada la asamblea, a la cual presentó el Comité croata, compuesto por los señores Esteban Bartučević, Juan Ivanović, Fernando Kevešić, Cosme Justinijanović y él, quienes formaron la mesa directiva. Hizo presente a los asistentes, que la reunión tenía por objeto indicar y determinar el modo en el cual se debe manifestar el duelo, por los muertos en Croacia, víctimas de la tiranía del verdugo gobernador Carlos Khuen-Héderváry, Ban de Croacia, Eslavonia y Dalmacia.

«Propuso a los asistentes la elección como presidente de la asamblea del señor E. Bartučević, lo que fue unánimemente aceptado.»

«El señor Cosme Justinijanović propuso como secretario al señor Juan Krstulović, siendo también aprobado por unanimidad.»

«El presidente señor Bartučević indicó el objeto de la reunión, deplorando lo que ha sucedido en la patria por culpa del Gobierno austro-húngaro y declaró abierta la reunión concediendo la palabra.»

La solicitó el señor Kevešić quien en un brillante discurso, con el cual honramos hoy nuestras columnas, pintó con mano maestra y lleno de ardiente amor patrio la actual situación en las provincias croatas.

«Remitimos a nuestros lectores a ese bello discurso que reproducimos más abajo.»

«Tomó después la palabra el señor Krstulović, quien habló en idioma croata, explicando las tristes condiciones en que se halla Croacia, bajo el dominio déspota de Austria-Hungría. En breves términos describió la historia del reino croata, el cual políticamente existe desde el año 903 por haber la nación croata creado un rey de propia sangre, llamado Tomislav. El reino croata duró 200 años y tuvo su fin con la muerte del último rey croata Petar Svačić en el año 1102. Desde entonces, los croatas fueron dominados por los húngaros y austriacos.»

«Según el tratado del año 1102 entre Hungría y Croacia, esta última debía reconocer como rey croata, al rey húngaro Koloman, pero siendo siempre libre e independiente en su propia administración y finanzas, debiendo solamente ayudar a pagar los gastos comunes, y en caso de guerra socorrer a su aliada, Hungría.»

«El tratado fue renovado y aprobado el año 1868, pero el Gobierno húngaro nunca ha respetado el tratado, sino que ha considerado al reino croata como dominio propio absoluto.»

«La arruinó económica y políticamente, usando toda clase de barbaries, que la nación croata no pudo más tolerar viendo atropellados sus derechos y los tratados de 1102-1868.»

«En el mes de abril del presente año se sublevó en contra del tirano gobernador Khuen-Héderváry, ciego cumplidor del Gobierno húngaro y del rey croata porque se les robaba millones a Croacia y se atrevían a poner emblemas húngaros en tierra croata.»

«Querido conde Pejacsevich: A propuesta de mi ministro presidente húngaro, lo nombro a Ud. por la presente Ban de los reinos de Croacia, Eslavonia y Dalmacia». Por debajo de la firma del rey figura la firma de Dragutin grof Khuen-Héderváry; cfr. Antun Radić, o. c., T. V, pág. 188.»

Es posible que las sociedades croatas en Antofagasta o Iquique, al recibir el manifiesto de los diputados de Dalmacia e Istria a la opinión pública mundial y los comentarios respectivos que aparecieron en la prensa europea -tal como, p. e., el artículo de La Sera de Milan- hayan decidido de antemano concentrar sus protestas contra Francisco José en el mismo día de su cumpleaños pero evitaron después referirse a los cambios interinamente ocurridos con el propósito de no quitar fuerza a sus argumentos que se fundaban en los recientes sucesos sangrientos. Hay que tomar también en consideración que los croatas en Chile tenían motivos para creer que el rey, al entregar el Gobierno de Hungría a un individuo a quien se hacía responsable de los males de Croacia durante los últimos 20 años, desde 1883, reiterándole la confianza, se solidarizaba con la política del antiguo ban y veían en ello un mal augurio para el futuro de Croacia bajo la Corona de San Esteban.

«El gobierno, o más bien el ciego cumplidor ban, hizo desparramar tantísima sangre, para sostener el abuso criminal trazado por el Gobierno húngaro, y que era lo que originaba esa reunión».

Concluyó el señor Krstulović, que fue aplaudido calurosamente, como el señor Kevešić, proponiendo a la asamblea la aprobación de la siguiente protesta:

«Considerando que las provincias de Croacia y Eslavonia, que forman parte del trireino de Croacia, Eslavonia y Dalmacia se encuentran en lamentable estado económico, comercial, financiero por los abusos de ley y del principio social y humanitario;

Considerando que el crimen cometido por el gobernador de Croacia, ban de Croacia, Eslavonia y Dalmacia, por haber hecho derramar sangre, aprisionando hombres, niños, señoras y señoritas, redactores de diarios y curas, comandando a gendarmes, policías y tropas de línea disparar contra la masa, habiendo además ahorcado a dos padres de familia cuyas esposas se volvieron locas por el dolor;

Considerando que con esa tiránica medida se provocó mayormente la revolución en dichas provincias y todo eso con aprobación del tiránico Gobierno austro-húngaro expresa su sentimiento de protesta en forma siguiente:

1. – Protesta contra el Gobierno de Hungría por no haber respetado el tratado de 1102 entre el reino croata y húngaro, confirmado en el año 1868;

2. – Protesta contra el Gobierno húngaro por haber procurado el empobrecimiento de la Croacia y Eslavonia, usurpar los millones de coronas invirtiendo estos fondos a favor del reino húngaro;

3. – Protesta contra el Gobierno húngaro por haber publicado un mapa en el cual no se nota la existencia de las dichas dos provincias croatas, para formar parte de tierra húngara;

4. – Protesta contra el Gobierno y ban de Croacia por no haber permitido, por medios ilegales, abusos y fuerzas, la formación de asambleas populares, las cuales tendrían como único objeto defender con protestas los sagrados derechos de la nación, de reclamar que se observen las leyes y no se abuse de ellas;

5. – Protesta contra el Gobierno húngaro por tener él la culpa de la colosal emigración croata, como que el pobre trabajador no puede hallar su sustento en el patrio suelo, un día tan rico y próspero;

6. – Protesta contra el Gobierno de Austria-Hungría el cual autorizó y aprobó las órdenes impartidas por el verdugo cumplidor ban de Croacia, Eslavonia y Dalmacia, de que la milicia, policía y gendarmes usen tan cruelmente de las armas, matando e hiriendo a inocentes, como por haber injustamente y bárbaramente usado de la horca;

7. – Protesta contra el Gobierno de Austria-Hungría por la abusiva y forzosa introducción de los idiomas húngaro y alemán en las provincias croatas y eslavas;

8. – Protesta contra el Gobierno austro-húngaro por el abuso de violar cartas privadas, domicilios y suspender la entrega de telegramas privados y de interés para la nación;

9. – Protesta contra el Gobierno de Austria-Hungría por no respetar la libertad de imprenta;

10. – Protesta contra el Gobierno de Austria-Hungría por las violaciones de derechos en las elecciones de diputados y municipales, obligando a los funcionarios de estado a votar en favor de candidatos que serían instrumentos ciegos del gobierno con graves perjuicios a la nación;

11. – Protesta contra el ministro presidente de Austria, Koerber, por haber éste cooperado a que el Emperador de Austria y Rey de Croacia, Eslavonia y Dalmacia no quisiera recibir en audiencia los diputados que expresa y unánimemente concurrieron a Viena para implorar su mediación a que no se derrame tanta sangre de un pueblo tan fiel y defensor de la casa de Habsburgo, y que sea respetada la ley por el mismo Emperador mencionado.»

Después de aprobarse por aclamación los anteriores acuerdos, hicieron uso de la palabra los señores Cosme Justinijanović, Francisco Petrinović y el representante de este diario.

En seguida el presidente señor Bartučević encareció a sus compatriotas contribuir con un óbolo para socorrer a las viudas e hijos de las víctimas de la hazaña del tirano emperador de Austria.

Además se acordó clausurar mañana todas las oficinas y comercio de los croatas y mantener en la Sociedad Slava el pabellón a media asta durante ocho días.

Al darse por terminada la reunión, se vivó frenéticamente por la patria lejana y por su independencia.

«Como republicanos e hijos de un pueblo libre -comenta El Comercio al final de su informe sobre la asamblea croata-, no podemos menos que aplaudir sin reservas la actitud de la laboriosa y distinguida colonia croata».

El discurso de F. Kevešić

Del largo discurso del señor Fernando Kevešić, que publica El Comercio, será conveniente dar a conocer algunos acápites que completan las anteriores declaraciones:

«Los que de años vivimos en esta tierra, hemos aprendido a gozar de la más amplia libertad que nación alguna europea puede conceder ni jamás ha concedido: la prensa libre, la libertad de pensamiento no tiene trabas y a nadie debemos obligadas genuflexiones, a no ser las que la cortesía nos obliga.»

«En nuestra tierra la prensa debe callar todo lo que al gobierno no le conviene; la crítica de sus actos no es permitida; la libertad del pensamiento no conocida, porque ¡ay! de aquel que osare expresarse en términos que no fuesen encomiásticos a los actos de sus gobernantes; nuestros pasos son espiados, en fin, nosotros no somos dueños en nuestra tierra ni de mirar, sin la voluntad y permiso de nuestras «bondadosas» autoridades, que por felicidad nos concedieron el ostracismo voluntario».

Pasando a los problemas económicos, los que han provocado el descontento por el descuido de los gobiernos de invertir en las tierras croatas, el orador los pone de relieve:

«Bien lo sabemos, compatriotas, que a nuestro cristiano y protector gobierno austro-húngaro le debemos tan sólo las miserias que sufren nuestras familias en las provincias eslavas. Los habitantes de ella no son súbditos; son vasallos, son sus esclavos. El gobierno austro-húngaro jamás ha invertido en sus provincias el 2% de las contribuciones que de ellas ha percibido, y millones de ellas han ido a la Corte para incrementar el lujo, la holgazanería de tantos príncipes y duques que solo viven del sudor, sangre y lágrimas de los eslavos y para corromper con nuestro propio dinero la conciencia de muchos.»

«Yo no me doy cuenta cómo han podido soportar los eslavos ese dominio tiránico de Austria-Hungría y no me explico cómo conociéndoles su valor no han imitado a nuestros vecinos, los montenegrinos, serbios, y búlgaros. No me explico cómo los eslavos pueden admitir puestos honoríficos del gobierno austro-húngaro, a no ser que haya que reconocérseles la más supina ignorancia, una torpe ambición de figurar en puestos que lejos de sí debieran arrojar

«Señores: Los eslavos de Austria-Hungría formamos más de la mitad de la Población de esa decrépita monarquía, y bien lo saben los austriacos y los húngaros que no les conviene darnos participación en el gobierno a que tenemos derecho por nuestro número y por nuestra fuerza. Nos conocen tan bien, como nosotros a ellos, y de ahí proviene en gran parte que cualquiera idea nuestra, de obtener algunas ventajas, o impedir absurdas imposiciones, las obstruyan y acallen al nacer. Pero han de aprender muy bien que, en el siglo actual, avanzan junto con los progresos materiales los intelectuales, y que lo posible veinte años atrás, hoy es imposible.»

«Somos grandes por el número, grandes por nuestra firmeza, grandes por nuestro patriotismo, como también son grandes nuestras miserias. Todos unidos seremos fuertes y respetados, y yo confío que esa unión que hoy veo perdurará y nos alentará a seguir el camino que nos hemos trazado: ante la ignorancia, si no debemos ser libres venga la muerte mil veces, que es preferible».

Al terminar su discurso, Kevešić lanzó un grito en croata:

«Živio hrvatski narod! (¡Viva la nación croata!)».

El Comercio trae al final la lista de los asistentes, en total 45.

En su crónica del 18 de agosto, bajo el título «Natalicio» El Comercio registra:

«Con motivo de ser hoy el natalicio del emperador de Austria-Hungría, los consulados y la intendencia han mantenido izados sus respectivos pabellones».

A renglón seguido aparece otra noticia, bajo el título «Comercio clausurado»:

«Respetando el acuerdo tomado por la mayoría de los miembros de la colonia eslava, los comerciantes de esa nacionalidad han mantenido hoy sus puertas cerradas en señal de protesta contra el gobierno austriaco por los asesinatos y vejaciones cometidas de su orden entre la gente del pueblo croata.»

«En las puertas de esos establecimientos se ha colocado un letrero que dice:

«Duelo por las víctimas de Croacia»

«Conflicto diplomático por la bandera croata»

El Comercio del día siguiente, el 19 de agosto, publica en la página 3, bajo el título «Comentarios del público» la aclaración de los hechos acaecidos:

«La falta de espacio nos impidió ayer dar cuenta de un hecho que ha sido el tema de todas las conversaciones y que generalmente se lo ha comentado con amargura.»

«Referiremos los hechos tal cual los hemos obtenido y de cuya veracidad garantizamos.»

«A raíz de la reunión celebrada el domingo último por casi totalidad de la colonia eslava en la cual se tomó el acuerdo de izar la bandera de la sociedad de beneficencia y socorros mutuos que tiene constituida en este puerto como protesta por los atropellos y barbaries cometidos por las autoridades austriacas contra sus connacionales el vicecónsul austriaco, don Jorge Sabbioncello, pasó una nota al señor intendente de la provincia pidiéndole ordenase arriar esa bandera, puesto que, a su juicio, constituía un verdadero desacato al gobierno que representaba.»

«El señor intendente, dando una vez más muestra de la cordura y buen tino que ha empleado desde que se hizo cargo de su delicado puesto, contestó esa nota manifestando que ello no era posible, por tratarse de una sociedad que poseía personaría jurídica en el país y cuyo emblema o bandera no tenía nada que ver con la austriaca.»

«El señor Sabbioncello se dirigió entonces al ministro austriaco acreditado ante el gobierno de Chile quien, a su vez, se presentó al nuestro de Relaciones Exteriores para pedirle ordenase el inmediato retiro de esa bandera enlutada.»

«Y el ministro caído, el ministro renunciante, obtuvo de su colega, el jefe del gabinete, la ambicionada orden!»

«Ella llegó al caer la tarde y el señor intendente tuvo que hacerla obedecer.»

«Serían las 5 p.m. cuando un piquete de policía, siguiendo a la primera autoridad de la provincia -el representante del gobierno- intimaba arriar la bandera social de una institución legalmente constituida en el país.»

«No menos de doscientas personas presenciaron esa escena que habla muy poco en favor de un pueblo tan republicano y libre como es Chile.»

«Y es menester agregar que la bandera no fue arriada por ningún eslavo, que ninguno se hubiera prestado para ello, sino por un oficial que obedecía órdenes superiores.»

«Y aquí acaban estos comentarios. ¿Tiene el gobierno el derecho de allanar una casa particular sin anuencia u orden de la justicia? ¿Dónde están las garantías individuales? ¿Por qué el señor intendente se prestó para hacer un papel tan deslucido, en lugar de enviar al prefecto de la policía o cualquiera otra persona que lo representase? ¿Por qué se hizo un despliegue de fuerza que el caso no requería?»»

«Puntos son estos que han hecho subir a los labios de cuantos presenciaron esa escena las más amargas protestas.»

«En ningún país culto, en ningún país libre hay ejemplo de un hecho semejante al que narramos.»

«Queremos creer que ello haya sido causa del desgobierno que existe en el país y también la falta de conocimiento de cómo se estilan las cosas por el norte.»

«Aquí la colonia eslava está compuesta por más de cuatrocientos miembros, y no alcanzan a diez los que se han humillado al trono austro-húngaro. Luego, pues, es la totalidad de la colonia eslava a la que se ha herido en sus más caros afectos, en sus más íntimos sentimientos.

«Y se hace necesario decir que la colonia eslava es la que más intereses posee en este puerto y la que cuenta con más generales simpatías por su acendrado amor a Chile, país en que se consideran verdaderamente libres, país que les ha brindado franca hospitalidad y donde hasta hoy sólo tenían palabras de elogio.»

«Pero estos hijos de Dalmacia, Croacia e Istria no perderán su afecto al país que les da albergue, por la torpeza de un ministro que ha desconocido por completo las leyes de Chile y pisoteado la carta fundamental del Estado.»

«Desde luego, los eslavos pueden contar con la simpatías y con el cariño de todos los hijos libres de este país, cuyo lema es

Libertad, igualdad y fraternidad.»

«Y para terminar vayan nuestras censuras para aquellos que, siendo hijos de un pueblo que puede ser libre, prefieren verlo aherrojado y pendiente de ominosa cadena».

En la misma página, entre «Remitidos» aparece bajo el título «Antofagasta en estado de sitio» una aclaración del miembro del «Comité Croata», señor Cosme Justinijanović, poniendo en duda la legalidad del paso tomado por las autoridades chilenas al sostener, entre otros argumentos, «debo decir que el señor Intendente de la provincia, al llegar personalmente acompañado de un piquete de la guardia del orden público, a arriar la bandera de la Sociedad Slava, se ha avenido a representar en este acto a S. E. el Presidente de la República de Chile, a cuyo mandatario no le corresponde ejecutar por su gusto semejante acto; porque para ello está el poder que le corresponde y como he dicho, judicial y no ejecutivo, el cual obra en el caso actual».

El diario matutino, El Industrial de Antofagasta, fundado en el año 1880, registra en su crónica del día 18 de agosto, que «con motivo de ser hoy el 73º aniversario del natalicio del emperador de Austria-Hungría, Francisco José, la intendencia y los consulados acreditados en esta ciudad, han mantenido izados sus respectivos pabellones. Al recordar tan fausta fecha para Austria-Hungría, saludamos a su representante en ésta, señor Jorge Sabbioncello y por intermedio de él, a la colonia austriaca residente en esta ciudad».

«Dada la tensión que reinaba en la colonia eslava en Antofagasta, extraña el artículo que aparece en la misma crónica, a continuación, bajo el título «Soberanos y jefes de naciones asesinados»:

«A propósito del doble regicidio en Serbia, país habitado por salvajes, según sus acciones e instintos, encontramos en el diario El Eco de Berlín, la siguiente nómina de los soberanos y presidentes de estado, asesinados en el curso de los últimos cien años…»

«El total de asesinados, según el cuadro adjunto, asciende a diez reyes, dos emperatrices, una reina y ocho presidente de la república.»

Al terminar su exposición, El Industrial se pregunta: «Y después del último rey serbio, ¿qué otros soberanos o presidentes caerán bajo el alevoso puñal del asesino?»

El Industrial, el 19 de agosto, dedica un corto artículo al «Natalicio del emperador de Austria-Hungría», destacando que «bajo su gobierno continuó (1848) la guerra que podríamos llamar civil, aunque tuvo el carácter nacional porque Hungría invocaba su constitución y libertades».

«Los húngaros se sostuvieron con admirable heroísmo, y no obstante el apoyo de Rusia a Austria, consiguieron victorias memorables, hasta que debilitados en muchas batallas, hubieron de someterse, aunque de mal grado, por la inesperada capitulación del dictador Görgey en Vilagos».

«A Francisco José I se deben instituciones fundamentales del imperio, la unión de Austria y de Hungría, y la Constitución vigente de 1861.»

«Varios jóvenes de la colonia tuvieron un espléndido almuerzo ayer, en conmemoración del natalicio de su augusto emperador, Francisco José I. Reinó en él mucho entusiasmo. Hizo uso de la palabra don Jorge Garafulić, brindando por la felicidad del emperador y por el cónsul, señor Jorge Sabbioncello.»

«El señor Antonio Sabbioncello contestó al señor Lukšić, dándole las gracias y felicitándose por la prosperidad y engrandecimiento de la madre patria.»

«Todos los invitados se retiraron complacidos de la manifestación».

El imperial y real vicecónsul, señor Sabbioncello, acaudalado comerciante con ramificados negocios en toda la región, inclusive Bolivia, tenía empeño, luciéndose por primera vez en el cargo honorífico, de contrarrestar las protestas de sus compatriotas a través de manifestaciones de lealtad dinástica, dándoles la correspondiente publicidad. Así, entre las insertaciones en El Industrial, el 19 de agosto, aparece una lista de súbditos austriacos, precedida por el siguiente acápite:

«Los infrascritos, miembros de la colonia austriaca, residentes en este puerto, vienen a tributar por medio de las presentes líneas y por conducto de nuestro digno representante el cónsul señor Jorge Sabbioncello, el saludo más sincero a la madre patria, con motivo del natalicio de Su Majestad Francisco José, nuestro augusto emperador».

En el mismo número del diario, el artículo editorial «El incidente de la Sociedad Slava» creía conveniente aclarar el procedimiento oficial, ya que «a varios comentarios se ha prestado la intervención de la autoridad administrativa por hacer arriar la bandera croata.

«Muchos sostienen que aquella intervención no es legítima, porque es atentatoria a la libertad de que en Chile -república democrática- gozan sus habitantes, sean nacionales o extranjeros.»

«Es conveniente establecer las cosas en su verdadero terreno para deducir las conclusiones justas y convenientes».

El espíritu democrático de la prensa chilena

A continuación, el articulista, guiado por razones de estado, aunque en tono algo polémico (frente al punto de vista sostenido por El Comercio), asume una actitud bastante prudente, mostrando aun comprensión para la causa nacional croata:

«Pero antes, queremos dejar constancia que no nos guía ningún propósito hostil ni de antipatía para con la numerosa colonia eslava de este puerto. Comprendemos bien que el patriotismo herido se manifieste aún en forma violenta, lejos de la patria natal, cuando hasta el confín del mundo llegan los ayes de duelo de un pueblo oprimido: es un impulso del alma para el cual no existe marco alguno que lo detenga.

«Ligado Chile con lazos de estrechas relaciones diplomáticas con el Imperio austro-húngaro, no podía desentenderse de la reclamación entablada por su representante en Santiago; y de ahí, que el señor intendente de la provincia, en obedecimiento de órdenes impartidas por el ministerio de Relaciones Exteriores, haya impartido las órdenes para arriar la bandera croata sin que esto importa hostilidad para los eslavos de Antofagasta.

«Había, pues, un deber ineludible que cumplir, para salvar al país mismo de futuras complicaciones con un gobierno amigo. La misma colonia eslava que tanto cariño profesa a nuestro suelo, en donde muchos han formado junto con la fortuna el hogar de sus hijos, no estaría dispuesta por precipitación o inexperiencia a lanzar al país que cariñosamente los cobija, en los azares de una reclamación diplomática de la cual no serían ellos los responsables, sino el país mismo.»

«Como republicanos -termina el artículo editorial- miramos con marcada simpatía los anhelos de gobierno democrático de la colonia eslava y nos inspiran gran respeto sus manifestaciones de patriotismo, herido por sucesos desgraciados ocurridos en la región croata, pero deseamos que estas manifestaciones, en forma conveniente, no lleguen a comprometer el nombre de Chile.»

El conflicto dentro de la colonia croata degenera en violencia

Por el carácter festivo, amén de agitado, que tuvo el cumpleaños del emperador y rey en Antofagasta, la excitación que reinaba en el ambiente se prolongó hasta avanzada la noche. La memorable jornada desembocará por fin en «Un hecho sangriento» al tomar contacto unos grupos de jóvenes procedentes de los dos bandos; El Industrial será el primero que lo registra en su crónica del día 19 de agosto:

«Anoche se ha desarrollado en una casa de tolerancia un grave suceso que muy bien puede costarle la vida a un honrado obrero, de nacionalidad austriaca.»

El hecho se desarrolló a causa del licor y parece que fue casual, pero para no entrar en detalles, por nuestra cuenta publicamos a continuación el parte pasado al juzgado al respecto:

«Doy cuenta a VS. que anoche a las 11 p.m. se produjo un desorden en la casa de tolerancia de Carmen Pérez, 14 de febrero 92, de cuyo desorden resultó herido en el abdomen con revólver Mateo Vlahović al parecer de gravedad.»

«Se encontraron presentes las siguientes personas: Francisco Franulić, Juan Duvić, Antonio Lukšić, Antonio Ivanović, Lorenzo Glasinović, Juan y Jorge Garafulić y Juan Balarin.»

«Tan pronto como se tuvo conocimiento del hecho, fue aprendido Juan Balarin, el cual pongo a disposición de VS., por el subinspector señor Rafael Villar y el agente Manuel Garin por indicaciones de las mujeres de dicha casa que dicen haber visto a Balarin trabar pendencia con Esteban Vrsalović y dispararle a éste un balazo, el cual se erró, dándoselo a Vlahović que se encontraba a poca distancia del lugar del suceso.»

«Interrogado Balarin en el cuerpo de guardia por el señor prefecto en presencia del que suscribe y del subinspector señor Valdés, negó redondamente ser el autor de este hecho.»

«El herido fue conducido al hospital de esta ciudad para su curación.»

«Las mujeres de dicha casa Rosa Araya, Isabel Campos, Blanca González, Petronilla Villanueva y la dueña de la casa han quedado citadas para comparecer ante VS. hoy a la hora de audiencia».»

Vº Bº J. del C. Muñoz Ismael Valenzuela

«El herido -añade la crónica- se encuentra gravemente enfermo en el Hospital y se cree no libre con la vida, pues como dice el parte, la bala le penetró en el abdomen promoviendo una hemorragia interna y que es peligrosísima».

El Comercio, del mismo día por la tarde, relata: «Las escenas de sangre», dando una versión algo diferente y en el desenlace ulterior del del caso se muestra, igual que en el incidente de la bandera, propenso a la causa croata:

«Fue el sitio del suceso la cantina y casa de tolerancia que una mujer llamada Carmen Pérez tiene en la calle de 14 de febrero.»

«A las 11 de anoche se encontraban allí reunidos en bromas y tertulia varios comerciantes eslavos de la localidad.»

«Entre ellos se empezó a tratar el asunto de actualidad para los eslavos aquí residentes, esto es el natalicio del soberano austriaco y de la protesta que se hizo en señal de duelo por los sucesos en Croacia.»

«Esteban Vrsalović y Juan Balarin habían iniciado una discusión muy acalorada. Los ánimos se exaltaron desagradablemente, y parece que en medio de la efervescencia a que la discusión había llegado, de Balarin amenazó con un revólver a su contendor.»

«Los espíritus estaban sumamente acalorados y el alboroto debió ser grande. Sea por un incidente casual o no, el arma de Balarin se disparó yendo a herir en el abdomen a uno de los eslavos allí presentes, don Mateo Vlahović.»

«El desgraciado herido cayó al suelo. La alharaca fue grande y las mujeres alborotaron la casa como un gallinero, dando gritos desesperados. En medio del desorden, a la mujerona dueña de casa se le ocurrió que era preciso avisar a la policía.»

«Llegada ésta a la casa de la Pérez, hizo conducir al hospital al herido y aprehendió al desgraciado Balarin».

A continuación de este relato, El Comercio publica el mencionado informe al juzgado.

En el mismo número, El Comercio publica un telegrama recibido de Iquique, el que comunica que «la colonia eslava de esa ciudad bajó y destrozó las banderas austriacas que se habían izado en el cuartel de la bomba austro-húngara y en el club».

El Industrial, siempre bien informado, se apresura en relatar, el 21 de agosto. «El fin de un drama de sangre»:

«El pueblo conoce el grave suceso que se desarrolló el martes 18 de la presente semana en una casa de tolerancia y en el cual fueron víctimas dos honorables jóvenes de la colonia austriaca.»

«El que fue herido a bala se llamaba Mateo Vlahović y que se medicinaba en el Hospital, falleció hoy a las 4 a.m., a consecuencia de la herida recibida esa noche.»

«El extinto tenía 26 años de edad y era hermano del conocido comerciante en esta plaza, señor Jorge Vlahović.»

«He aquí un hecho que ha venido a llenar de luto un hogar y asumir en un juicio al presunto autor del balazo que recibió Vlahović.»

«Los funerales del extinto tendrán lugar mañana después de una misa que se celebrará en la iglesia parroquial.»

«El señor intendente ha facilitado a la colonia eslava, graciosamente, la banda del Esmeralda para conducir al cementerio al desaparecido Vlahović.»

«Lamentando tan sensible acontecimiento, enviamos nuestro pésame a la familia del extinto».

El Comercio, del mismo día, es más corto en relatar el «Desenlace fatal» de la «escena de sangre que se desarrolló» y en la cual «fue víctima el joven eslavo don Mateo Vlahović. Enviamos nuestro pésame a la familia del extinto y a la colonia eslava».

Sin embargo, El Comercio se prestó para publicar a continuación los telegramas del Comité Croata, en los que culmina la amargura que se había producido en la respectiva colonia a raíz de los sucesos del 18 de agosto:

Los siguientes telegramas han sido enviados a las personas que se expresa y cuyo contenido se nos ruega publicar:

«Editores El Mercurio, La Ley y El Ferrocarril, Santiago. Hoy, tres mañana, falleció Mateo Vlahović herido anteanoche de bala por Juan Balarin, austriaco, empleado en policía de pesquisas de Antofagasta. Estos son los frutos obtenidos del consulado y ministro Starzénski»

Hrvatski Komite

Circular telegráfica a la colonia eslava: «Los austro-húngaros imitan bien aquí a los policías asesinos de Croacia.»

«El empleado de pesquisas, Juan Balarin, asalariado de antemano, es el asesino de Mateo Vlahović, primera víctima fallecida en tierra lejana de la Patria, hoy a las tres de la mañana.»

«Acompáñennos en el duelo. Comuniquen compatriotas»

Hrvatski Komite

«Señor Ministro Austria, Santiago.

«Cárguese a su cuenta el asesinato de Mateo Vlahović fallecido hoy. Usted es el responsable. Maldita sea su llegada si éstos han de ser sus frutos.

Hrvatski Komite (Comité Croata)».

El Comercio, no obstante su simpatía para los croatas, no creía conveniente respaldar la actitud injuriosa del Comité Croata en su totalidad y por lo tanto expresa sus reservas:

«Los anteriores telegramas son de la responsabilidad del Comité Croata y sólo como una deferencia a esa colonia, pues no podemos hacernos solidarios de las frases que en ellos se vierten contra el representante de un país amigo, que los publicamos».

Por razones obvias, ninguno de los anteriores telegramas tuvo publicidad en la prensa de la capital ni fue registrado en otros periódicos de las provincias.

El Comercio dedica amplio espacio al «Sepelio» el 22 de agosto, pues trae en su crónica el discurso fúnebre a cargo del ya conocido orador, señor Kevešić, quien hizo un elogio del «malogrado compatriota y amigo, don Mateo Vlahović, muerto por bala disparada por un mercenario asesino».

Pasando al curriculum del difunto, quizás resulte algo rara la interpretación de los «deberes cívicos»:

«Nacido y criado en pobre pero honrado hogar, se le inculcaron por sus padres y en la escuela los verdaderos deberes cívicos que al hombre corresponden en la vida, y es así como, antes de servir forzosamente en el ejército de un gobierno despótico y salvaje, prefirió abandonar su patria natal para adoptar a este Chile, como su segunda patria».

«En sus palabras, al final, el orador invoca el fervor patriótico, prestando juramento «ante tu yerto cadáver, en nombre de tus compañeros de ideas que en vida has sustentado, que aunque nos espere a nosotros igual fin que el tuyo, iremos de frente, y mientras nos quede un átomo todavía de vida, lucharemos como hombres, no como asesinos, por la independencia y libertad de nuestra patria común».

El Industrial registra también, en su crónica, el 22 de agosto, que «hoy en la mañana fueron inhumados los restos del que fue Mateo Vlahović, muerto desgraciadamente por una bala que no iba dirigida a él, según se dice.

«El cortejo, que era numeroso, lo formaba toda la colonia eslava. La carroza había sido adornada con flores y coronas».

A continuación de la crónica, El Industrial, consecuente con la línea conocida, cree necesario poner «La verdad en su lugar» y dice:

«Ayer en un diario local se dijo que el joven austriaco, don Juan Balarin, presunto o probable autor de la muerte de Mateo Vlahović, era empleado de policía. Pues estamos autorizados por el señor prefecto de la policía, señor Muñoz, para declarar que el tal Balarin no pertenece a la sección de pesquisa ni a la policía de seguridad de esta ciudad.»

«Hacemos esta declaración a petición del señor prefecto de policía y para lo que pueda suceder, quedando al mismo tiempo, la verdad en su lugar».

Con el desenlace trágico del 18 no cesa el interés, expresado a través de la prensa, para los asuntos de Croacia. En los próximos días, el 24 de agosto, El Comercio trae el extracto de una carta del eminente profesor italiano Luigi Pavia, publicada en La sera de Milán, el 15 de junio, y reproducida en El Tarapacá de Iquique, el 18 de agosto, bajo el título «Por los croatas y la justicia».

«Dado el carácter de los chilenos, propensos a mirar las cosas también desde el lado jocoso, no sorprende que un listo comerciante de la plaza, propietario de la tienda «La Primavera» uno de los pocos austriacos convencidos (croata, oriundo del interior de la costa dálmata), se aproveche de la disposición de los ánimos para dar la mayor publicidad a la liquidación por cambio de temporada; un aviso de inusitado tamaño, 25 x 15 cm., aparece en El Comercio, desde el 2 hasta el fin de septiembre, bajo el llamado título «Guerra entre Austria y Croacia… en La Primavera«. El día de la despedida aparece el aviso en un lugar de preferencia, ¡por debajo de los cablegramas del exterior!

La voz de los croatas en la provincia de Tarapacá

Por los telegramas llegados de Iquique, publicados en la prensa de la capital y de las provincias, se desprende ya que también en la provincia de Tarapacá había protestas de los comerciantes croatas contra Francisco José en el día de su cumpleaños.

La estructura social de la colonia en esta provincia no difiere mucho de la contigua Antofagasta, aunque no forma un grupo tan homogéneo en cuanto a su proveniencia. En esta provincia había unos núcleos de inmigrantes del distrito de Dubrovnik (ya antes de la Guerra del Pacífico) y otros distritos de Dalmacia, Istria y el Litoral croata. Según el censo del año 1895, había en la provincia de Tarapacá 444 austro-húngaros (417 alemanes, 854 italianos, 1.151 ingleses), de los cuales 423 hombres y 21 mujeres. En el departamento de Tarapacá (Iquique), según las estadísticas por profesiones, había 89 comerciantes y 37 empleados particulares, entre un total de 184 profesionales austro-húngaros, lo que da una idea aproximativa de la importancia que reviste la colonia respectiva.

En el diario de la mañana, El Nacional de Iquique, fundado en el año 1889, aparece el 18 de agosto un artículo, en la página editorial, en conmemoración de la fecha. Después de unos datos biográficos, sigue el comentario, probablemente inspirado en la fuente oficial (consulado):

«Francisco José es un monarca conciliador por excelencia, que gracias al amor que lo profesan sus súbditos, puede mantener casi artificialmente puede decirse, la unidad de su vasto y poderoso imperio, mezcla de muchas razas, idiomas, costumbres y religiones.»

«Con su prestigio de soberano y de hombre honrado y conciliador, ha sabido siempre imponerse a todos los antagonismos de partido o de nacionalidad que agitan siempre la opinión de sus vastos dominios, y de esta suerte, no sólo es objeto de las mayores simpatías y muestras de respeto y cariño de sus pueblos, sino que su existencia es necesaria para la paz y cohesión de Austria-Hungría.»

«Hoy, con motivo de las fiestas de su cumpleaños el cónsul austro-húngaro, señor J. L. Masseur, obsequiará con un banquete de cuarenta cubiertos a varias de sus relaciones en el Club de la Unión. Por nuestra parte cumplimos gustosamente nuestro más entusiasta saludo a la colonia austro-húngara y su digno cónsul en el día de hoy».

El otro diario de la mañana, El Tarapacá de Iquique, también en la página editorial, pero entre «inserciones» publica el siguiente artículo, bajo el título «Duelo»:

«Los eslavos de Austria residentes en este puerto han acordado mantener clausurados sus negocios durante el día de hoy, en señal. de duelo patriótico por los fusilamientos injustos de sus compatriotas, cometidos por las tropas austriacas.»

«Hubiéramos preferido dedicar este día al regocijo nacional por el natalicio de su rey, que vestirse de luto recordando hechos sangrientos que despiertan en el corazón de todo buen patriota, sólo el odio y la venganza. Una nación heterogénea como lo es la monarquía austro húngara no puede existir, por la razón de que cada una de las partes, de que se compone, exige igualdad de leyes y no permite supremacías.»

«En los hechos sangrientos que se han producido últimamente en el reino de Croacia en contra del despótico gobierno de Hungría, se ha visto que el emperador de Austria trató el asunto con mucha parcialidad y como aprobando las matanzas, negando audiencia a los representantes del pueblo, que fueron a Viena para solicitar su intervención para poner término a los abusos que comete el Gobierno húngaro en Croacia, contraviniendo abiertamente a lo dispuesto en el Art. 30 de la Constitución, que trata sobre la autonomía administrativa del reino de Croacia.»

«No hay necesidad de repetir lo que la historia dice sobre los croatas y dálmatas; basta decir que éstos en muchas ocasiones con su sangre han defendido la dinastía de los Habsburgo y la integridad del imperio. Hoy, esta dinastía le paga su fidelidad con mandar fusilar, ahorcar y encarcelar a los descendientes de tantos héroes como Subić-Zrinski, Jelačić, etc. y las principales familias de Zagreb, capital de Croacia, están encarceladas, todo por el delito de no aceptar el yugo ignominioso con que los húngaros pretenden sujetarlos, quitándoles hasta su idioma, haciendo de Croacia una provincia meramente húngara.»

«S. M. el emperador Francisco José I, antes de morir, ha deseado que sus soldados manchen calles de Zagreb y de otras ciudades de Croacia y Dalmacia, con la sangre inocente de sus nobles defensores».

«Los croatas, a quienes los pontífices de Roma llamaron «Antemurale Christianitatis» por su valor y resistencia contra las invasiones turcas, sabrán también defender ahora su raza y sus tradiciones, despreciando a aquellos que los denigran porque quieren ser libres.

Odbor (Comité)

Iquique, agosto 18 de 1903″.

Luigi Pavia: Por los croatas y la justicia

A continuación, entre «inserciones», sigue un artículo del profesor italiano Luigi Pavia, que apareció en el diario La Sera de Milán, el 15 de junio, y que se reproduce ahora bajo el título «Por los croatas y la justicia». Es un eco del llamado a la opinión pública mundial, lanzado en Viena por los diputados de Dalmacia e Istria, al haberles sido negada la audiencia con el emperador. El artículo del profesor Pavia habrá producido aun en Italia una sorpresa, pues la redacción misma del diario La Sera le añade una nota, que dice: «Publicamos este artículo por un deber de imparcialidad. Ciertamente hubiéramos preferido que fuese favorable a la nación amiga, más bien que a Croacia que tantos dolores nos ha hecho sufrir, pero por encima de las amistades y simpatías está la justicia. Cuanto simpática pareció al mundo frustrado la lucha por la independencia de Hungría, así es severamente juzgada la conducta tiránica de estos mismos magyares, los que después de haber derramado torrentes de sangre por su libertad y la de los otros, olvidan hoy que la libertad no es privilegio de pocos, sino un derecho de todos».

El Nacional, en la crónica del siguiente día, trae un amplio informe sobre el banquete en el Club de la Unión, no olvidándose mencionar los asistentes y el suntuoso menú. En total había 32 invitados que asistieron al banquete, aunque se había previsto 40 cubiertos. Entre ellos no figura ni uno con apellido croata.

El cónsul honorario, señor Masseur, a la hora del tradicional champagne habló de las virtudes públicas y privadas que adornaban a su soberano. «Francisco José a los 18 años dijo adiós a la juventud y a la felicidad para consagrarse por completo a las tareas de su alto cargo de responsabilidad, y durante los 55 años de su reinado no ha dejado de dar ejemplo de completa consagración a esas tareas, ni de soportar desgracias inmerecidas.

«Soberano de 18 diferentes Estados, se ha necesitado toda la habilidad y todo el prestigio de hombre bueno y virtuoso, para que ellos no rompan su unión, tan necesaria para el engrandecimiento común; jefe de una nobilísima familia, ha visto amargados sus días con el asesinato de su esposa, el suicidio de su heredero, y la muerte trágica de varios parientes cercanos suyos. Pero ni las dificultades de su puesto, ni los golpes recibidos por su corazón le han impedido seguir consagrándose paternalmente a labrar la felicidad y el bienestar de todos sus súbditos, que al día de su cumpleaños celebran anualmente una verdadera fiesta nacional, corno justiciero homenaje a sus merecimientos y como significativa demostración de la unidad nacional que él representa.

«Por esto sentí -agregó- que varios de sus connacionales no se hubieran unido este año a la celebración del aniversario del natalicio del Emperador y Rey, por quien pedía una copa a sus amigos».

El Tarapacá, por su parte, registra en la crónica también el suntuoso banquete, pero no se olvida, en el mismo rubro, mencionar lo que «por el aniversario» acaeció dentro de la colonia:

«Los súbditos austriacos residentes en la provincia, que en su mayoría son eslavos, cerraron ayer herméticamente las puertas de sus casas de comercio colocando un rótulo que decía: Cerrado por duelo patriótico. Idéntica cosa se hizo en todo los pueblos de la pampa y en Pisagua.»

«En los locales de la bomba Nº 5 y la Sociedad de Socorros Mutuos Austro-Húngara se izó la bandera; pero la colonia eslava, reunida al efecto, protestó y acordó hacer arriar las banderas, lo que se efectuó.»

«Como se sabe, ayer fue el aniversario del natalicio de S. M. el Emperador de Austria y Hungría, Francisco José, quien ha sido objeto de esta contra manifestación de sus súbditos en la provincia, a consecuencia de los sangrientos sucesos desarrollados últimamente en Croacia, cuya explicación puede verse en los artículos que publicó este diario ayer en la sección de inserciones».

En el departamento de Taltal, provincia de Antofagasta, entre un total de 2477 extranjeros había, según el Censo del año 1907, 143 austro-húngaros (315 alemanes, 173 italianos). El diario noticioso y comercial de la tarde La Voz del Taltal, publica en su crónica, el 18 de agosto, bajo el título «Reunión eslava» a continuación de un comentario que apareció en El Industrial en vísperas de la reunión de la Sociedad Eslava de Beneficencia en Antofagasta, «para tratar de asuntos concernientes a su patria» unos acápites que se refieren a la colonia de Taltal:

«Los eslavos residentes en Taltal, como los de Antofagasta, se han preocupado también estos últimos días de los luctuosos sucesos ocurridos últimamente en la Croacia, donde han fusilado y ahorcado horrorosamente más de una veintena de sus compatriotas y centenares reducidos a prisión, entre los que hay abogados, médicos, señoras y niños.»

«Con tal motivo, siendo hoy el cumpleaños del emperador de Austria, ninguno de los eslavos residentes en Taltal han izado la bandera de esa nación, como acostumbraban hacerlo en esta fecha.»

«El sentimiento unánime de la colonia croata en Taltal es, pues, bien justificado y digno de esa valiente y generosa raza».

La situación en el Sur de Chile

La colonia austro-húngara en el Territorio de Magallanes había progresado rápidamente entre los censos del año 1895 y 1907, pues en 1885, entre un total de 2.085 habitantes, había tan sólo 9 «austro-húngaros». El auge repentino se debe a los lavaderos de oro, cuya explotación se empezó en 189o. Un inmigrante rumano (no austriaco), el ingeniero Julio Popper, reunió un grupo de croatas, oriundos de Dalmacia, en Buenos Aires, para su empresa de explotación de oro en Tierra del Fuego, de donde acudieron a la región magallánica chilena. La corriente inmigratoria ulterior se debe, en gran parte, a la afluencia de marinos, obreros y artesanos a través de los puertos del Río de la Plata. Después de la desilusión aurífera, un buen número de buscadores de oro se dispersó, pero quedaron otros, que se adaptaron a las condiciones de un ambiente duro, tanto por el clima como por los recursos naturales. Punta Arenas se estaba transformando en un centro importante como estación para el abastecimiento de carbón, pertrechos, carne y agua y se estaban organizando los primeros astilleros para la reparación de los barcos que sufrían averías en el peligroso estrecho de Magallanes. Trabajo no faltaba y se hace una selección natural, así que estos grupos de inmigrantes en el extremo sur del continente tienen el carácter de colonizadores, lo que se puede comprobar en la bastante equilibrada proporción entre los dos sexos, a diferencia de los croatas en el norte, que podrían calificarse más bien de emprendedores, en parte fluctuantes, según la oportunidad del momento. La colonia de Magallanes, en cuanto a su estructura social, difiere también de la norteña, pues, con raras excepciones, fluctúa dentro de unos limites modestos. Es suficiente comparar los avisos comerciales en los periódicos de los dos extremos, para darse cuenta a primera vista de este hecho en aquel entonces.

La primera organización social, al ejemplo de otros grupos étnicos, la constituye la Sociedad Austriaca de Socorros Mutuos, cuyas bases remontan al año 1896, con 76 miembros al principio, siendo representados en el directorio, además de los dálmatas, italianos y alemanes. El 16 de diciembre de 1900, un grupo de inmigrantes de Dalmacia y del Litoral croata formaron la Sociedad Croata de Beneficencia y esta tomará después la iniciativa para formar otras instituciones patrióticas: el Salón Croata de Lectura (Hrvatska Čitaonica), la Compañía de bomberos voluntarios, Centro musical y teatral, etc.

«Los descendientes, pasan de cinco mil, aproximadamente; han nacido bajo el cielo austral, y son chilenos».

Entre las dos sociedades de beneficencia había algunas escaramuzas, según se desprende a veces en la prensa local, pero jamás conflictos serios. En el año 1903, cuando la colonia contaba con cerca de 1.500 miembros, parece que el número de los socios de la Sociedad Austriaca fuera superior al de la Sociedad Croata y también disponía de mayores capitales.

Así, por el hecho de que la colonia no formaba un grupo homogéneo y por la diferente estructura social, se explicaría que la reacción de los croatas a los acontecimientos en la madre patria no adquieren las proporciones que se registran en Antofagasta e Iquique con ocasión del cumpleaños de Francisco José. Sin embargo, los croatas de Punta Arenas, según el periódico local, El Magallanes de fecha 30 de junio de 1903, se habían reunido para considerar los lamentables hechos acaecidos en Croacia en los últimos días de mayo. En señal de duelo y en homenaje a las inocentes víctimas de la revolución, en contra de la tiranía húngara del gobierno de Khuen-Héderváry, la Sociedad Croata de Beneficencia levantaba la bandera a media asta. Se nombraba una comisión de hombres y mujeres, para hacer erogaciones en ayuda de las viudas y de los huérfanos caídos en el movimiento. Se reunió el importe de 1.304 pesos, lo que producía una letra de 88 libras esterlinas, a favor del diputado croata en el Parlamento de Viena, Jorge Biankini, quien fue encargado de distribuir los fondos. Entre la colonia, en Porvenir, se reunieron otros 675 pesos.

El 18 de agosto, El Magallanes publica un aviso en croata, dirigido a la colonia residente, firmado, por Hrvat (croata). En él se pedía, conforme a las instrucciones telegráficas recibidas desde Antofagasta, solidarizar con todos los hermanos en Chile, absteniéndose de la celebración del 18, en señal de protesta contra el Gobierno de Aquel (en croata: Protiv vlade Onoga, es decir, de Francisco José, para evitar las sanciones por ofensa de lesa majestad).

Otro diario de Punta Arenas, El Comercio, había publicado ya el 15 de agosto un telegrama de Santiago, haciendo saber que «el ministro de Austria en esta capital conde Starzénski, está repartiendo numerosas invitaciones en la alta sociedad de la capital, para la recepción y baile en la regia mansión que ocupa en la calle Huérfanos, festejando el 73º aniversario del natalicio del emperador Francisco José. Esta fiesta, termina el telegrama, promete hacer época en los anales sociales santiaguinos.

En la crónica del día 19 de agosto, El Comercio registra que, «Celebrando un natalicio»: «El señor Pedro Perušić, perteneciente a la colonia dálmata, festejó anoche en su casa particular el natalicio de Francisco José I, en medio de numerosos compatriotas.

«La casa estaba muy bien iluminada y al exterior se veían los escudos de Austria y Chile.»

«Hubo banquete y baile en los que reinó gran animación, pronunciándose patrióticos brindis».

El día siguiente, El Comercio publica un telegrama de Santiago, dando a conocer: «Muy visitado ha sido por las autoridades el Ministro austriaco conde Starzénski, con motivo del natalicio de Francisco José».

Habrían de pasar dos semanas, para que apareciera en El Comercio, el 2 de septiembre, la noticia sobre «Divergencias entre austriacos y eslavos» precedida de un comentario de la redacción:

«Leemos en un diario del Norte el siguiente telegrama de Antofagasta.»

«Debemos dejar constancia de que, a pesar de sus escisiones políticas, los austriacos y eslavos de Punta Arenas han dado muestra de gran moderación y cultura»

«Antofagasta, Agosto 20. El martes (18 de agosto), el señor intendente de la provincia de orden del señor ministro de Relaciones Exteriores, ordenó arriar la bandera croata que flameaba a media asta y enlutada en el edificio que ocupaba la sociedad de esta colectividad. Había sido izada en esa forma en señal de protesta por los sucesos en Croacia.»

«Esta medida de la autoridad llevó alguna agitación a los círculos eslavos y dio origen a algunas disputas entre éstos y algunos austriacos. Anoche, después de una disputa entre Juan Balarin, austriaco, y Mateo Vlahović, eslavo, el primero hirió con una bala de revólver al segundo.»

«Se cree que no tendrá mayor consecuencia en esta ciudad la divergencia entre austríacos y eslavos».

Confrontación parcial de la opinión de la prensa chilena con la del diplomático austriaco

Después de estos antecedentes, registrados por la prensa chilena, hubiera sido de gran provecho compararlos con los informes al respecto, que el conde Starzénski enviara a su ministro de Relaciones Exteriores, el conde Agenor von Goluchowski. Es lamentable que en los archivos de Viena faltan precisamente los documentos que se refieren a aquellos días. Por suerte, hay un informe que relata sobre su viaje a Bolivia y el Perú, tocando de paso los puertos de Taltal, Antofagasta, e Iquique, y que puede, en parte, llenar el hueco sensible en la historia de la actividad del primer representante de Austria-Hungría en Chile.

Tenemos también las crónicas de los diarios locales, las que facilitan datos en cuanto al primer contacto del diplomático con las colonias respectivas.

Su primera escala la hizo el conde Starzénski en Taltal.

En su crónica, el 14 de octubre de 1903, La Voz de Taltal publica, bajo el título «El Ministro de Austria-Hungría» las siguientes líneas:

«En el vapor Imperial, llegado en la tarde de ayer a este puerto, iba de paso para el norte el señor Ministro de Austria-Hungría, conde Leonardo de Starzénski, acompañado de su digno secretario, señor conde Trauttmansdorff.»

«Sabedores los miembros de la distinguida colonia croata de este puerto de la pasada del señor Ministro, se apresuraron en nombrar un comité compuesto de los señores Pedro Marinković, Juan Radeljak y Antonio Katalinić para que fueran a bordo a saludar al señor Starzénski, representante de su rey croata Francisco José I en nombre de la colonia y del Club Croata.»

«A bordo del Imperial el señor Radeljak le dio la bienvenida y lo invitó a bajar a tierra a conocer el puerto de Taltal y a los miembros de la colonia, a lo que accedió el señor Ministro, para cuyo efecto se puso a su disposición la falúa de la capitanía.»

«En tierra, el señor Starzénski y su honorable secretario fueron objeto de las más cariñosas manifestaciones de la colonia tanto en el Club Croata como en el Club Taltal. También se le llevó a visitar el establecimiento Arturo Prat.

«Después de otras manifestaciones, los ilustres visitantes fueron acompañados a bordo por gran número de croatas de este puerto.»

En ningún lugar hay alusión a las ideas del archiduque Francisco Fernando, presunto heredero al trono, quien propugnaba una mano firme frente a las pretensiones magyares, dando a conocer sus simpatías para los croatas y otras nacionalidades postergadas bajo Hungría. Quizás la actitud de los croatas en Taltal, tal como se refleja en la anterior crónica, pueda relacionarse con la adhesión de un grupo de croatas a los planes de «trialismo» los que se atribuían en aquel entonces al sobrino de Francisco José. Cfr. Rudolf Kiszling, Erzherzog Franz Ferdinand, Verlag Roehlau, Graz-Koeln, 1953, pág. 84 ss.

La alocución del conde Starzénski a los croatas de Antofagasta, así como su informe del 30 de noviembre, después de haber visitado las colonias croatas en Chile, Bolivia y el Perú, podrían quizás interpretarse en el sentido que tenía interés en que la efervescencia nacional de las colonias llegara al conocimiento de la oficina del archiduque en el Belvedere.

El señor Starzénski -termina la crónica- es Ministro acreditado ante los gobiernos de Chile, Bolivia y Perú, con residencia en Santiago».

Intentos para calmar los espíritus, pero …

Después de los incidentes con ocasión del cumpleaños del Emperador y Rey, el contacto del conde Starzénski con la colonia. de Antofagasta adquiere gran importancia en cuanto a su misión en Chile, y es conveniente comparar lo que aparece en la crónica con el informe que enviara el diplomático visitante.

El Comercio da la bienvenida al «Huésped distinguido», el 14 de octubre. Después de los saludos protocolares del vicecónsul, señor Sabbioncello, los diplomáticos se dirigieron al Hotel de France et d’Angleterre, etc. y el siguiente día el mismo diario llena casi toda la página con la «Manifestación» de que fueron objeto, dando además a conocer el texto del discurso del conde Starzénski, «dirigido a un distinguido grupo de la colonia eslava que se le acercó».

Cumplidas las salutaciones de estilo, el Ministro de Austria-Hungría dirigió a los manifestantes un discurso «que fue recibido con unánimes manifestaciones de aceptación y aplauso».

«Señores:

Han acudido Uds. a este recinto para saludar al representante de Su Majestad, nuestro Augusto Emperador y Rey.

Vuestra presencia me ha causado tanto mayor agrado como que he podido constatar en esta ocasión que las desconsoladoras demostraciones acaecidas aquí el 18 de agosto, sólo se puede atribuir a violencias pasajeras de los ánimos.

Entre tanto se habrán convencido Uds. mismos que el comportamiento de una parte de nuestra colonia en el día del Augusto natalicio de Su Majestad ha perjudicado profundamente la fama croata a la vez que ha ofendido en lo más íntimo los sagrados sentimientos de la mayoría de la nación croata.

Nuestros paisanos en la monarquía y fuera de ella lo saben y lo experimentan como todos los demás pueblos reunidos bajo el cetro benéfico de Habsburgo, que Su Majestad ha dedicado sus 54 años de gobierno única y exclusivamente el bienestar y satisfacción de sus pueblos.

Con verdadero amor paterno y dedicación Su Majestad mantiene reunidos bajo su cariño todos los pueblos de su monarquía y en nada menos a los bizarros y valientes croatas.

Es este el motivo para que en cada 18 de agosto se reúnan todos los súbditos de Su Majestad con entusiasmo unánime en mutua competencia para demostrar la gratitud y expresar el cariño y veneración para su bondadoso Monarca.

Tanto más doloroso es para todos nosotros si justamente ese mismo día ha sido profanado por demostraciones indignas.

Nuestra colonia en Chile hasta la fecha ha sobresalido por medio de su labor honrada y productiva.

Desde el principio más modesto ha llegado a una florescencia de importancia.

Este éxito consolador como consecuencia de la concordia acostumbrada hasta la fecha y sentimientos de legalidad se debe a la circunstancia de que los esfuerzos en el trabajo y producción no han sido paralizados mediante agitaciones inútiles de política.

Si ustedes, señores, no piensan renunciar para siempre de los frutos, del éxito, manténganse ustedes alejados de la política dándola al cuidado de los hombres llamados para ésta.

El pueblo croata tiene sus dignos y expertos representantes en la Dieta y Congreso y en ellos únicamente les incumbe defender y velar por los intereses del pueblo.

El tratamiento de las cuestiones políticas por inexpertos y las demostraciones callejeras jamás han conducido a un fin útil y al contrario han ocasionado varias veces catástrofes y desgracias incalculables.

Cubramos entonces, señores, estos acontecimientos con el velo del olvido y en adelante la única divisa de nuestra colonia será en Chile: ¡Trabajo!

Trabajo para el bienestar propio, para cimentar la felicidad de vuestras familias y en honor de la patria querida y lejana.

Si ustedes aceptan de corazón este consejo de buena fe, será en el porvenir la colonia lo que fue hasta la fecha: Una colonia modelo».

El discurso conciliador del diplomático austro-polaco, procedente de la carrera consular, revela la voz de su amo, el conde Agenor von Goluchowski, quien acostumbraba sazonar sus pláticas con argumentos económicos, pero en cuanto a los bien intencionados consejos de abstenerse de la política no tomó lo suficiente en consideración la mentalidad de aquellos fieles secuaces del Partido Croata de Derecho. No extraña, pues, que su reacción inmediata, rechazando «el velo del olvido» cobra formas que excede a los ataques en público, aún no olvidados, de hace dos meses.

El Comercio, con fecha 16 de octubre, publica en la página editorial, aunque entre «inserciones» un largo artículo «Aclaración necesaria» firmado por «Los eslavos de Antofagasta».

El artículo da al comienzo una explicación pues «muchas personas, nacionales y extranjeras, se han acercado a nosotros para preguntarse la razón del glacial recibimiento que los eslavos de Antofagasta le han hecho al señor conde Leonardo de Starzénski; muchos también han visto en ese indiferentismo de los eslavos una falta grave de cultura hacia un diplomático». Siguen las explicaciones y se repiten los temas ya ventilados en la asamblea convocada por el Comité Croata en vísperas del cumpleaños de Francisco José. Esta primera parte de la aclaración termina planteando al diplomático visitante la pregunta: «¿O el señor Starzénski no sabía que en Austria y en China, en Croacia y Chile, y en todas partes del mundo, cuando un pueblo entero se levanta contra sus opresores, lo hace en defensa de sus intereses más caros, de sus ideales, en interés de su Patria? ¿Acaso los eslavos emigrados, los más por no querer servir en el ejército de un déspota, no tienen derecho de compartir la alegría o bienestar de su tierra natal, como también las miserias y desgracias que afligen a su Patria?»

Pasando a otro asunto, la aclaración destaca:

«A fin de que todos se convenzan que esta aclaración no es la voz ni la opinión de una parte cualquiera de la colonia, sino de la totalidad, pues los siete que en la recepción figuran no pueden tenerse como entidad apreciable entre los quinientos eslavos que la componen, tome nota el público imparcial de los nombres que en la recepción figuran y verá que son todos anónimos en la colectividad.»

El señor Starzénski al pisar Antofagasta, probablemente se ha creído los inciertos informes remitidos a él a Santiago por el cónsul, y creyó, en consecuencia, numerosos serían los eslavos que irían a darle la bienvenida.

Refiriéndose a las declaraciones del Ministro, «tenemos entonces dos puntos de que tomar nota:

«1º – El señor Starzénski reconoce que a quien hablaba eran croatas, luego no eran austriacos.»

«2º – La buena fama de los croatas no ha sido herida en lo más mínimo; antes, al contrario, se ha afianzado; pues el que no es buen ciudadano, es mal padre, mal hijo, mal esposo, y el que sabe defender sus derechos políticos y su independencia, es digno de respeto y de la admiración de todo el mundo. Esto hicieron los croatas y es lógico que a los austriacos, a los magyarosones, a los vendidos, no les plazca ese carácter firme, que hace desmoronar y lo hará a esa vetusta y decrépita monarquía.»

«Las protestas de los patriotas son dignas; ellas revelan la cultura y el civismo; en cambio la adulación se alberga tan sólo en las almas pobres de espíritu y de inteligencia, en la última clase social: en los serviles.»

«Es bien cierto que en Chile la colonia eslava ha sobresalido por medio de su labor honrada y productiva y lo que debe tener en cuenta el señor Starzénski, es que no le debe nada a ese patriarcal gobierno austro-húngaro, y que ha progresado y vivido en perfecta armonía sin necesidad de ministros fantoches, ni cónsules fantoches y mas ignorantes.»

«Los eslavos residentes en Chile, ahora y antes se han preocupado siempre de lo que concierne a sus provincias, y si hoy levantan más el grito, ha sido para hacerle comprender al gobierno de que los eslavos desde las más remotas regiones del globo siguen paso a paso los retrocesos de sus connacionales.»

«Todo eslavo debe y tiene la obligación de inmiscuirse y debatir la política que a ellos concierne, y el que no lo hace es indigno de llamarse tal, porque eso es desconocer los más elementales derechos del hombre, cual es procurarse el gobierno que más le cuadre a la comunidad».

En aquellos momentos de renovada tirantez en la colonia, el otro diario de Antofagasta, El Industrial, no podía quedarse indiferente, pues trae, bajo el significativo título: «¡Hasta cuándo, señores eslavos!» el 19 de octubre, un comentario desde el punto de vista chileno y más bien oficialista.

«Hemos querido mirar -dice el articulista- que firma con el nombre abreviado P. K. Dor., con indiferencia las disensiones que existen en la colonia austríaca en este puerto.»

«Comprendiendo la inmensa influencia moral que llevan al espíritu del público, los artículos de la prensa, hoy como chilenos no debemos permanecer indiferentes ante los ataques que, a pretexto de rencillas entre los de la colonia, los que llevan el pandero de ésta en Antofagasta en el elemento subversivo, hacen a nuestras autoridades y a nosotros mismos».

Volviendo a los sucesos anteriores, el articulista no encuentra excusa, pues, «el 18 de agosto, día del emperador Francisco José, el elemento subversivo de la colonia eslava, tuvo la avilantez de izar a media asta y con crespón negro la bandera croata en el centro de la ciudad, en los momentos mismos, en que los edificios públicos del país alzaban la insignia nacional en señal de júbilo y respetuoso saludo a la nación amiga; en los momentos mismos en que S. E. el Presidente de la República de Chile, en representación de nuestra soberanía, alzaba la copa de champaña saludando con cariño, respeto y sinceridad a la nación austro-húngara, en la persona de su representante.

«Y, a esta falta de criterio, se unió la audacia de censurar a nuestra primera autoridad porque tuvo la discreción de hacer bajar esa bandera, que, colocada en tales circunstancias, significaba un grosero insulto a nuestra soberanía, y a las relaciones de amistad que nos ligan con aquella gran nación».

No satisfecho de defender tan solo el punto de vista oficial, el articulista se cree poderlo generalizar: «Tengan presentes esos señores, que todos los chilenos, sin excepción en ésta, han aplaudido la conducta de la autoridad, así como hemos censurado sin embozo el acuerdo de Uds., de alzar en duelo la noble bandera croata, el día en que todos los nacionales saludábamos a la nación amiga que ha traído a nuestra patria tan buen elemento colonizador como Uds.»

Partiendo del supuesto, que los sucesos se deben a la influencia de unos pocos, el articulista termina su filípica diciendo: «Y no oculten con el anónimo las pasiones; las pasiones sólo animan a unos pocos de la grande colonia eslava, para así dejar establecidas las responsabilidades de quien las tenga».

Las escaramuzas a través de la prensa siguen en Antofagasta y aun en Iquique, donde el conde Starzénski, de regreso de su misión, hizo escala. Fue agasajado con un regio banquete por el señor cónsul Masseur, en el Club de la Unión. Entre los invitados brillaban por su ausencia otra vez los austriacos de apellido croata.

El informe del conde Starzénski

Al regresar a Santiago, el conde Starzénski se apresura a enviar a su ministro de Relaciones Exteriores el informe concerniente a «Nuestras colonias en Chile, Perú y Bolivia» Nº XXI-a-d, de fecha 30 de noviembre de 1903, el que completa, en parte, los anteriores datos y nos ofrece sus impresiones y sugestiones sobre las colonias visitadas:

«Durante mi viaje que acabo de realizar a Bolivia y el Perú a lo largo de la costa norte de Chile, he tenido ocasión de tomar contacto con nuestras colonias allí radicadas y ocuparme más detalladamente de sus condiciones.»

«En viaje de ida a La Paz, visité las tres más importantes colonias croatas: Taltal, Antofagasta y Oruro.»

«En Taltal, donde nuestro barco quedó anclado un día entero, una delegación de la colonia subió a bordo para saludarme y después me acompañó a tierra, donde fui saludado en el nuevo Club local, en presencia de casi todos sus miembros, con una alocución leal y patriótica, y festejado con verdadero entusiasmo.»

«Esta colonia se compone exclusivamente de croatas provenientes de Dalmacia y cuenta con unas 60 familias, de aproximadamente 120 almas; todos son comerciantes y empresarios y de buen vivir. La actitud leal de la colonia merece aún más reconocimiento, puesto que también aquí los caudillos conspiradores por una Gran Croacia en Antofagasta habían intentado provocar a nuestros paisanos para que se abstuviera demostrativamente de cualquier recibimiento con ocasión de mi tránsito por ese puerto.»

«En Antofagasta, donde la excitación de los ánimos aún no se había calmado, desde los sucesos relatados en mi muy respetuoso informe Nº 9 B del 7 de septiembre ppdo., tenía que estar preparado para una acogida extremadamente fría. Allí, los cabecillas conspiradores habían ni más ni menos que aterrorizado a nuestra colonia y habían recurrido a todos los medios a fin de que se desistiera de cualquier recepción. Para contrarrestar este movimiento y tener la oportunidad de dirigir unas palabras serias de advertencia a la colonia, me he preocupado de dar a conocer, por conducto del cónsul Sabbioncello, que recibiría a los miembros de la colonia que deseasen verme y atendería a sus eventuales deseos y quejas.»

«Así y todo, a la hora fijada se habían reunido tan sólo ocho croatas, aunque el número de los paisanos allí residentes alcanza unas 400 almas.»

«Mi propósito, empero, había sido con ello conseguido, ya que pude dirigir a los que se presentaron la alocución que me permito muy respetuosamente adjuntar. Para que la misma llegara también al conocimiento de otros miembros de la colonia, dispuse que se la publicara en los diarios. Por haber continuado el día siguiente mi viaje a Oruro y La Paz, no tuvo más oportunidad en el mismo lugar de averiguar el efecto inmediato de las palabras de advertencia dirigida a la colonia. El periódico instigador Sloboda, de lenguaje violento, y un «remitido» de un agitador croata, publicado en el diario español Comercio, se habían ocupado de mi alocución y pretendieron excusar los sucesos del 18 de agosto, censurados por mi parte, aduciendo a la supuesta opresión del grupo étnico croata en la Monarquía. No obstante, la gran masa de la colonia parece haber tomado a pecho mis amonestaciones. Tuve, pues, la satisfacción en el viaje de regreso, al tocar Antofagasta, de recibir un mensaje de adhesión y lealtad provisto de 107 firmas. El cónsul Sabbioncello además me notificó que otros 100 croatas más estuvieron dispuestos a firmarlo, pero por falta de tiempo no pudieron hacerlo oportunamente. El cónsul añadió que en la colonia se nota una evidente tranquilidad y que apenas se podría temer que se repitieran de igual modo los lamentables incidentes.»

«He encargado al señor Sabbioncello, después también al señor cónsul Masseur en Iquique, de vigilar estrictamente a los principales jefes conspiradores e instigadores del movimiento, y a los mismos, en cuanto no cambiaran su actitud, negarles, en el caso dado, toda protección; que me enviara una lista con los nombres de los respectivos individuos y dentro de lo posible con indicación precisa de las correspondientes características personales. Me permitiré oportunamente enviar a S. E. estas listas para eventual información de las autoridades del país. He autorizado a los mencionados cónsules a que dieran a conocer estas disposiciones lo que tendría que asustar a los jefes conspiradores y, en cambio, alentar a los bien intencionados e indecisos elementos.»

«A continuación de mi viaje desde Antofagasta, el más hermoso recibimiento me había tributado la colonia en Oruro. Los señores Santiago Franičević y Santiago Sabbioncello se habían aquí preocupado para que las tentativas, iniciadas también en su origen en Antofagasta, por hacer fracasar una acogida festiva de parte de la colonia, consiguieran precisamente un efecto opuesto. En el recibimiento no faltó ni un solo miembro de la colonia. Se organizó también un gran banquete en honor mío y del conde Trauttmansdorff, el que transcurrió en un ambiente animadísimo, y en el que los sentimientos de lealtad y entusiasmo patriótico de ésta, la mejor entre nuestras colonias croatas en la costa occidental de Sudamérica, se manifestaron en numerosos brindis. La colonia austro-húngara en Bolivia está concentrada casi exclusivamente en el distrito minero de Oruro y cuenta alrededor de 150 almas. La aplicación, perseverancia y sobriedad de esta gente deben considerarse ni más ni menos que dignas de admiración, cuando uno ha llegado a conocer estas desconsoladas regiones, donde en un radio de centenares de kilómetros no crece ningún árbol, ningún arbusto y apenas una hoja de hierba».

«Las regiones de Taltal, Antofagasta e Iquique acusan, desde luego, la misma falta de vegetación, pero aquí, por lo menos, el ojo tiene una recompensa parcial con la vista del mar.»

«En el recorrido de La Paz a Lima tocamos Arequipa, donde viven solamente dos o tres austriacos, los que dan poco que hacer al cónsul Herrschmann.»

«En Lima se nos ha preparado una calurosa acogida de parte de la colonia no muy numerosa y se organizó en nuestro honor un hermoso banquete, el que tomó un curso digno y ensalzador. Sobre el actual gerente del Imperial y Real Consulado General, señor vicecónsul Jutus, me he permitido relatar a S. E. en mi muy respetuoso informe Nº XX, fechado en Lima el 13 de noviembre.»

«En el viaje de regreso de Lima a Valparaíso, tocamos también Iquique, donde se encuentra radicada la colonia croata más numerosa del Norte -la que cuenta con unas 600 almas- y donde el 18 de agosto habían tenido lugar demostraciones parecidas a las de Antofagasta. Mientras tanto también aquí, por suerte, ha disminuido la excitación y fui saludado por una delegación de la colonia en el local de la Sociedad Austriaca de Bomberos Voluntarios con una alocución festiva y leal. Se me entregó también un diploma en virtud del cual fui nombrado por unanimidad miembro de honor de la respectiva corporación.»

«No poco ha contribuido al apaciguamiento de los ánimos la actitud prudente del señor cónsul Masseur. Los elementos turbulentos, los que siembran odio y discordia en nuestra colonia, son desgraciadamente, también numerosos como en Antofagasta. Pero yo tengo la firme confianza de que en todas nuestras colonias en Chile prevalecerá en el futuro el buen genio y que no hay que temer una repetición de los lamentables sucesos del 18 de agosto pasado».

El pronóstico del diplomático austro-húngaro se cumplió, pues las demostraciones croatas del 18 de agosto de 1903 en Chile no se repitieron hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial.

Las conocidas organizaciones croatas, aunque habían, mientras tanto, evolucionado en su programa político-nacional, reflejando con ello las condiciones imperantes en la madre patria, asumirán un papel importante en la lucha por la emancipación definitiva de las tierras croatas de Viena y Budapest, apoyando moral y materialmente al Comité Yugoslavo, fundado en París, en 1915, bajo el liderazgo del prominente político dálmata-croata, Dr. Ante Trumbić, y el escultor de fama mundial Ivan Meštrović.

Los consejeros imperiales y reales del Ballhausplatz, al recibir los informes del Ministro austro-húngaro en Chile y confrontándolos con los datos anteriores de los que disponían, se habrán percatado de la importancia que reviste la reacción de los núcleos de «emigrantes selectos». Al contrario de lo que se imaginaban los chilenos a través de la prensa más bien oficialista, preocupados por las buenas relaciones con el «poderoso imperio», el comportamiento de los croatas no las han perjudicado.

Al estudiar esas relaciones, uno no se puede desprender de la impresión de que los diplomáticos imperiales y reales se empeñaban en desarrollarlas en lo más posible, quizás con el propósito subyacente de desmentir aquellas palabras memorables (1880), de Gladstone: «No hay un punto en todo el mapa, donde Ud. podría poner el dedo y decir: aquí hizo Austria algo bueno».

Bajo este enfoque probablemente sean más comprensibles los buenos deseos que animaban a los factores competentes de fomentar los intereses mutuos en las relaciones entre Austria-Hungría y Chile, hasta que la conflagración bélica, en 1914, les puso un punto final.

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La controversia político-nacional entre los inmigrantes croatas de Magallanes (1896-1918)

 

INTRODUCCION

La masiva presencia croata en la región de Magallanes (Chile) se ha singularizado históricamente por dos características: una, inicial, referida a su cuantía numérica, considerada en relación con otros aportes migratorios de origen europeo arribados al antiguo territorio de colonización, principalmente durante el lapso 1890-1930; y otra, sobreviniente, como es la importancia social, económica y cultural derivada de la presencia y actividad de los inmigrantes y su descendencia chilena en el desarrollo ulterior de Magallanes.

Para comprender lo aseverado, basta tener presente que los croatas han conformado aproximadamente la mitad del total de los inmigrantes europeos llegados a la región meridional chilena. Ello a su tiempo ha significado una participación de tal aporte sanguíneo en la sociedad magallánica actual, probablemente no inferior a un cuarto de la misma.

Pero se dio asimismo una característica que habría de resultar exclusiva de este contingente inmigratorio y que hasta el presente no ha sido considerada debidamente y que, por lo mismo, permanece virtualmente desconocida, aún para la propia descendencia. Se trata de la controversia que por razones político-nacionales hubo de surgir y desarrollarse en el seno de la inmigración, a partir de los años finales del siglo XIX y hasta pasada la primera mitad de los años diez, o mejor, hasta la conclusión de la Gran Guerra Europea, de la que derivaría la unión de los pueblos eslavos del sur en un nuevo estado, como fuera el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, antecesor de la República Federativa de Yugoslavia.

Conviene puntualizar además, que la controversia hubo de preocupar en particular a una elite entre los inmigrantes, naturalmente aquellos que poseían un mayor nivel cultural. La gran masa dispensó a los sentimientos e ideas en pugna una simpatía pasiva, lo que no obstó a que en general y hacia el fin del período en consideración, todos, quien más quien menos, acabaran por adoptar una de las dos tendencias que habrían de predominar.

LA FUNDACIÓN DE LA SOCIEDAD AUSTRIACA DE SOCORROS MUTUOS

Al promediar la década final del siglo XIX, el contingente croata en Magallanes se componía de tres y medio centenares de individuos. Es sabido asimismo que el caudal migratorio era incesante, con lo que aquella corriente no dejaba de incrementarse visiblemente. Ello significa que para entonces había una base grupal suficiente como para despertar el afán gregario e intentar la formación de una mancomunidad mutual, destinada a entregar una posibilidad cierta de protección a los trabajadores que conformaban la gran mayoría de los croatas.

A medidos de 1896, en el café de propiedad de Antonio Miličić, en Punta Arenas, había como era habitual en un día cualquiera un buen número de parroquianos, la mayoría dálmatas, entre ellos Natalio Bravo-Kosović, Elías Ilić, Alejandro Radulović y Vicente Litrica. Durante el transcurso de la animada conversación que sobre distintos tópicos sostenían, Bravo-Kosović planteó la necesidad de formar una fraternidad de ayuda mutua para asistir a los connacionales enfermos o necesitados. Es del caso señalar que para entonces los portugueses, españoles e italianos radicados en Magallanes habían constituido sus propias organizaciones mutuales y que además, desde 1893 existía una entidad similar pero de carácter cosmopolita.

La iniciativa de Bravo-Kosović fue acogida con entusiasmo por los participantes y habiéndose difundido rápidamente la noticia entre otros inmigrantes croatas, a los pocos días se hizo una reunión con el único propósito de considerar la idea, acordándose la creación de una sociedad de beneficencia, lo que en efecto tuvo ocurrencia el 4 de septiembre de 1896.

Viene al caso mencionar que ya durante la reunión preparatoria se manifestó una circunstancia que pronto habría de perturbar el consenso societario. Ocurrió que cupo dirigir el debate a Pedro Pasinović, uno de los hombres con mayor ilustración entre los inmigrantes, y al hacerlo se dirigió a los reunidos en idioma italiano, lo que motivó una interpelación de los dálmatas presentes. Ante ello Pasinović argumentó que obraba de tal manera en obsequio de los pocos asistentes que no hablaban la lengua croata.

Luego se discutió la pertenencia a la entidad y, por consiguiente, la denominación que había de llevar la misma. A pesar de la abrumadora mayoría de dálmatas entre los concurrentes y de su opinión en el sentido de que la misma llevase la denominación eslava, se impuso la austríaca, por razón de que había algunos pocos —una minoría ínfima— que no eran de origen croata, y porque todos cuantos habrían de incorporarse a la sociedad debían tener la calidad de súbditos del Rey Francisco José de Habsburgo.

En la disconformidad abierta o soterrada de muchos sobre tan importante asunto, estaría desde un comienzo el germen de futuras disensiones y discordias.

Es comprensible la molestia de la enorme mayoría de los socios, pues aunque reconocían ser súbditos de la corona de Austria, no era menos cierto que su raza era eslava, y su lengua y cultura eran croatas, por lo que su sentimiento de nacionalidad era indesmentible y vigoroso. La circunstancia conocida para la Dalmacia natal, tierra de origen de prácticamente la totalidad de ellos, en donde el gobierno real de Viena había impuesto el idioma italiano con carácter de oficial, carecía de toda validez y vigencia en un territorio extraño y libre como lo era, para el caso, el chileno.

La resistencia consiguiente no hubo de cesar, por ésa y otras razones, según avanzó el tiempo; y quienes en su momento la encabezaron, como fue el caso de Juan Sekul y Andrés Štambuk, fueron expulsados de la institución. Ello motivó que el 9 de octubre de 1900, 36 socios se dirigieron al directorio peticionando una asamblea general para tratar el asunto, que estimaban de la mayor seriedad y trascendencia. La agitación interna cundió entonces, formándose bandos pro y antidirectorio, lo que a su vez condujo a la renuncia del secretario Andrés Juričić y de otros directores que compartían la opinión disidente, situación que a su tiempo acarreó la del propio presidente, Mateo Pasinović. En vano fue que se procurase dar satisfacción reglamentaria a los descontentos, ofreciéndose incluso la aceptación de la lengua croata para uso en las sesiones y documentos, pues la discordia interna asumió para entonces la característica de un hecho irreversible que pre anunciaba la división.

En la Sociedad Austriaca habrían de permanecer finalmente aquellos que podían ser tenidos por súbditos leales de Su Majestad Francisco José: una masa apreciable de inmigrantes dálmatas, gente sencilla y buena, que sin haber renegado jamás de su raza, lengua, religión y cultura croatas, tampoco llegaría a conmoverse especialmente ante los llamados del nacionalismo croata exultante de la dirigencia de la otra parte considerable de la inmigración.

LA BIBLIOTECA CROATA

Entre tanto así había venido ocurriendo, el nacionalismo croata había cobrado renovado vigor en Magallanes, nutrido sin duda con el arribo masivo de nuevos inmigrantes, de manera tal que acabó por encontrar apropiada expresión por intermedio de la espontánea decisión de algunos espíritus patriotas, en el sentido de dar forma a una entidad de carácter eminentemente cultural, destinada a servir de centro de propagación de ideas y de servicio social.

De ese modo el 2 de abril de 1899 nacía la Hrvatska Čitaonica (Biblioteca o Salón Croata de Lectura), que habría de ser la primera institución en su género nacida en el seno de la inmigración croata en América Latina y a la que el historiador Lucas Bonačić-Dorić calificaría como «lucero del eslavismo».

Entre sus fundadores han de mencionarse a Andrés Juričić, su primer presidente, y Juan Sekul, Simón Paravić, Jerónimo Martinić y Nicolás Štambuk, quienes fueron sus compañeros en el directorio.

No obstante su breve existencia, apenas un año, esta entidad logró desarrollar alguna labor cultural, que le hizo ganar el merecimiento de ser considerada como el vocero institucional precursor del nacionalismo croata magallánico.

LA SOCIEDAD CROATA DE BENEFICENCIA

Ante la crisis que sacudía a la Sociedad Austríaca, hubo quienes definitivamente insatisfechos con su conducción optaron por retirarse de ella, llevando la intención manifiesta de dar vida a otra institución congénere, con notorio carácter croata. En efecto, un grupo encabezado por Francisco Tomšić, Juan Sekul, Andrés Štambuk, Bartolo Poduje, Juan Ursić, Juan Spanić y Juan Turina, entre varios más, el día 28 de noviembre de 1900 echaba las bases de la nueva entidad mutual que pasó a llamarse Hrvatsko Dobrotvorno Društvo (Sociedad Croata de Beneficencia).

La condición indesmentidamente croata que la misma había de tener derivaría no sólo de su precisa identificación, como del empleo del idioma y atributos nacionales,sino y especialmente porque ella, más allá de sus fines propios, habría de constituirse con los años en el núcleo aglutinante primero, y en el centro difusor después, del nacionalismo croata magallánico.

Expresión cabal del sentimiento colectivo de los asociados eran las elocuentes frases contenidas en la memoria del segundo año institucional, leído por Jorge Jordan en sesión del 14 de diciembre de 1902 y que vale transcribir:

«Podemos enorgullecemos de la fundación de la Sociedad Croata de Beneficencia. Fuimos los primeros iniciadores del movimiento para que no se nos llame y conozca de austríacos, sino que por nuestro legítimo nombre de croatas, por nacionalidad y por lengua. Afirmo sin equivocarme que aún somos inconscientes de la obra realizada. Croacia, queridos hermanos, nos es querida, pero esto no basta, y más que nunca tenemos que ser por Croacia y el nombre croata. No permitamos que nadie ofenda nuestra sagrada causa. Con veneración tenemos que exaltar nuestro idioma croata. Adornemos y embellezcamos nuestras casas, únicamente con nuestro querido tricolor croata. Así demostraremos a todo el mundo nuestros sentimientos croatas, y ser hijos dignos de la tierra que tantos hombres dignos dio a Europa durante los pasados siglos, y que hoy yace bajo el despotismo austro-húngaro. Procuremos con nuestras fuerzas libertar de la esclavitud a nuestra querida patria croata».

LA CUARTA COMPAÑÍA DE BOMBEROS

Una secuela tardía de aquella disputa intestina austro-croata había de registrarse poco más de un año después de la fundación de la Sociedad Croata de Beneficencia, con la creación de una compañía de bomberos integrada únicamente por voluntarios originarios de tierras croatas y que tuviesen además la calidad de súbditos de la monarquía dual.

La iniciativa hubo de tenerla Miguel Kačić, en noviembre de 1901, quien para ello solicitó al directorio de la Sociedad Austríaca la autorización para realizar en el local social la reunión informativa del caso. Esta, en efecto, tuvo ocurrencia el día 19 de enero de 1902, con la asistencia de 29 inmigrantes, todos dálmatas. Allí se aprobó ampliamente la iniciativa de Kačić y se acordó citar a la sesión fundacional que fue fijada para el dia 6 del mismo mes.

Con tal fecha y bajo el auspicio de la Sociedad Austríaca de Socorros Mutuos, se fundó la que se denominó «Austrijsko Dobrotvorno Vatrogasno Društvo Br. 4» (Cuarta Compañía Austriaca de Bomberos Voluntarios), y cuyos primeros dirigentes fueron Miguel Kačić, Lorenzo Miloš, Bartolo Poduje, David Dragičević, Juan Marović y Andrés Juričić.

Es evidente que el nombre elegido no debió ser de general aceptación, tanto que ya en abril, Juričić, a la sazón investido con el cargo de capitán, propuso en sesión del día 10 que el nombre institucional se mutara a «Slavjansko Dobrovoljno Vatrogasno Društvo» (Compañía Eslava de Bomberos Voluntarios). Sin embargo, como tal petición no concitó por entonces una aceptación unánime, fue desechada. Juričić, no obstante su fracaso, continuó empeñado en su propósito llevando adelante una campaña de convencimiento de carácter patriótico. En ese ambiente se realizó una nueva asamblea social el día 4 de mayo, ocasión en que y con general aceptación se adoptó la variante denominativa propuesta por el tenaz Andrés Juričić.

El adjetivo «slavjansko» (eslavo), no obstante su aceptación, satisfacía a medias el espíritu nacionalista de la mayoría de los voluntarios y su aceptación por entonces debía tomarse como una concesión hacia quienes podían molestarse con la denominación «croata» por el significado separatista del término, pues dentro de esta institución la mayoría de los miembros fundadores pertenecían a la Sociedad Austriaca, y por ende eran súbditos leales a la corona Austro-Húngara. A pesar de tal circunstancia, cabe consignar que desde un comienzo las actas sociales se llevaron en lengua croata y que el saludo adoptado era Bog i Hrvati (Dios y los Croatas). Con ello el espíritu nacionalista de los voluntarios pareció contentarse por entonces, y se inició sin mayores problemas internos una tranquila y firme evolución institucional.

FUENTES INSPIRADORAS DEL NACIONALISMO CROATA EN MAGALLANES

Para comprender el proceso anímico que se desarrollaba en el seno de la inmigración croata, en especial de la radicada en Punta Arenas, cabe recordar cuál era la situación que para la época, inicio del siglo XX, existía en la tierra madre croata.

A partir de la cuarta década de la centuria precedente y como tardío reflejo de la Revolución Francesa, reavivado por los movimientos políticos y sociales de 1848 en Europa central, había surgido en Croacia el Ilirismo, como fuerza ideológica inspiradora de recuperación nacional entre los croatas, y del que habría de derivar el denominado Renacimiento Croata, a la manera del Risorgimento Italiano contemporáneo.

El despertar de la adormilada conciencia nacional croata se inició con Ljudevit Gaj (1809-1872), padre del ilirismo. Bajo la inspiración de sus ideas adquirió forma un movimiento que paulatinamente fue imponiendo el uso generalizado de la lengua croata, por sobre el empleo de dialectos locales y lenguas foráneas, a partir de lo cual tuvieron un notable desenvolvimiento la literatura y la lírica croata, como expresiones de un renacimiento espiritual que identificaba a la cultura nacional de antiquísimo arraigo. En lo político el sueño de Gaj estaba en la organización de un estado que aglutinara a todos los pueblos eslavos del sur a la sazón dispersos y sujetos bajo distintas soberanías (Austria, Hungría, Serbia y el Imperio Otomano). Pero este ideal romántico no conseguiría prosperar ante el rechazo que obtuvo por parte de los serbios, de los eslovenos y de parte del propio pueblo croata.

Entre tanto, la revolución de 1848 en Austria hizo de las tropas croatas un factor decisivo en la afirmación de la monarquía y de la permanencia de Hungría en el imperio, participación histórica que despertó, como nunca antes había sucedido, las esperanzas en muchos patriotas en cuanto a la resurrección de la personalidad política nacional croata, mediante la unificación de todas las tierras históricas de tal origen, en el contexto de una federación en el viejo imperio de los Habsburgo. Así, el valor y la sangre croata sostuvieron el poder de Viena, permitiendo la derrota de la insurrección húngara. Pero aquel sueño de una Croacia rediviva hubo de verse frustrado por la ingratitud del joven monarca Francisco José.

Tal era la situación cuando comenzó a surgir la figura admirable de un gran pensador y patriota croata, Ante Starčević, quien con claridad y entereza defendió desde el parlamento de Zagreb (Sabor) y aun en la misma Viena, los derechos inalienables del pueblo al que pertenecía. En torno a su persona y bajo su inspiración hubo de formarse el Partido del Derecho, en donde hallaría expresión filosófico-política cabal el nacionalismo croata o croatismo, que se fortaleció en la lucha contra el hegemonismo húngaro.

Las ideas de Starčević, que se afirmarían y difundirían entre 1861 y su muerte, ocurrida en 1896, tenían como fundamento la recuperación de la identidad nacional croata a través de la unificación de las regiones históricas y el desarrollo renovador de la vieja cultura, para luego superar el legitimismo (lealtad a la dinastía real) — una vez que se perdiera la confianza en Viena—y buscar la construcción final de un estado nacional de corte democrático y liberal, a tono con la evolución política de Europa occidental.

A partir de 1870 sin embargo hubo de surgirle al nacionalismo croata una suerte de adversario ideológico, cuando el ilustre obispo de Đakovo, monseñor Josip Juraj Strossmayer, recogió la vieja bandera romática del ilirismo de Gaj y renovando su ideario proclamó cómo objetivo fundamental la unión política de todos los pueblos de raigambre eslava meridional: el Yugoslavismo.

Las ideas de Strossmayer hubieron de ganar entusiastas adeptos en Dalmacia, conquistando inclusive a dirigentes como Frano Supilo y Ante Trumbić, alcalde de Split, que había adherido con fuerza anteriormente a la tesis de Starčević. Ello explicará más tarde el vigor del ideario yugoslavista entre la juventud instruida de Dalmacia, que se desparramaría con la emigración.

No obstante la difusión que alcanzaría su filosofía, la fría acogida que a la misma dispensarían los serbios, hizo que Strossmayer recapacitara un tanto y concluyera por encontrarse con Starčević. De tal modo cobró forma concreta, en 1894, la unidad de la oposición croata al régimen gobernante en el imperio Austro-Húngaro, proclamando como aspiración inmediata la unión de las tierras históricas croatas en un estado común, pero dentro del esquema político del imperio de los Habsburgo.

En ese ambiente de vigoroso renacimiento del espíritu y la cultura nacionales, y de controversia respecto de los medios para hallar una solución práctica para la suprema aspiración de la reconstitución de la patria croata —sentimiento que anidaba por largos ocho siglos en lo recóndita del alma popular—, se había nutrido la inteligencia y la intelectualidad. que en los sentimientos y en las voces de tantos inmigrantes tendría un lejano eco en las tierras americanas.

Así considerada la situación, con el despertar del siglo XX, podían advertirse dos tendencias o posiciones entre los inmigrantes de Magallanes. Una, la legitimista o pro austriaca, que aparentemente comprometía a una mayoría, teniendo en cuenta el número de adherentes dálmatas con que contaba la Sociedad Austriaca de Socorros Mutuos, y que podía ser definida como una simple, y de hecho no reflexiva, aceptación por los más del estado de cosas imperante en la madre patria; y de deliberada adhesión al dominio austro-húngaro, en sólo contados individuos. La otra, la nacionalista croata, que progresivamente concitaba el respaldo patriótico de la masa inmigrante y que virtualmente monopolizaba a la «intelligentsia» de tal contingente.

LA PUGNA POR LA REPRESENTATIVIDAD DE LOS INMIGRANTES, ENTRE LAS SOCIEDADES MUTUALES AUSTRIACA Y CROATA

Las disensiones políticas que agitaban a la inmigración croata en el Territorio de Magallanes, habrían de tomar estado público durante 1903, cuando las correspondientes entidades societarias procuraron ganarse la simpatía y el reconocimiento por parte del primer representante diplomático de Austria-Hungría ante la República de Chile.

Había de por medio una cuestión de prestigio ante la sociedad local, en particular ante la propia colonia residente, y ante las propias autoridades territoriales. De allí que la Sociedad Croata de Beneficencia consideró adelantarse a su rival en la correspondiente presentación, en cuanto a la designación de un agente consular para la atención de las variadas necesidades de los inmigrantes.

En efecto, con fecha 19 de abril y en comunicación suscrita por Juan Sekul, presidente; Jorge Jordan, secretario, y Juan Turina, tesorero; y dirigida al conde Leonardo Starzénski, Ministro de Austria-Hungría, se expresaba en parte:

«Su Excelencia, como fieles súbditos de la Monarquía austro-húngara, la cual hoy en día V.E. tiene el honor de representar en esta República, y en nombre de un mil quinientos ciudadanos nuestros, los cuales hablan el idioma croata, y radicados aquí en este extremo sur del Universo, venimos pidiendo justicia, la cual nos pertenece por Dios y por las leyes de Austria-Hungría, para que cuanto antes le sea posible a V.E. se sirva nombrar un cónsul en esta ciudad, el cual además de representar el Estado de que somos súbditos, también defendería nuestros intereses de las contingencias del porvenir.

Han pasado veinte años desde que principiaron a pisar estas playas nuestros croatas, habiendo permanecido hasta hoy como un barco sin timón. Muchas veces nos hemos dirigido a nuestros diputados en Viena, para que se nos nombre un cónsul, pero siempre ha sido en vano. Hoy día todas nuestras esperanzas están puestas en V.E., para que nuestra solicitud sea oída, y que se nos nombre un cónsul, designación que debería recaer en la persona de un hombre justo y honorable de nuestra nacionalidad croata, haciendo honor a Austria-Hungría, y que además nos podamos entender en nuestro idioma croata».

Es de hacer notar que el espíritu patriótico que animaba a los peticionarios no estaba tanto en la respetuosa exigencia de la parte final del segundo párrafo transcrito, cuando en la advocación de saludo final: «Que Dios guarde Su Majestad, nuestro buen Rey Croata Francisco José 1°. y a su representante Conde Leonardo Starzénski». De modo tan elegante como sutil se recordaba al diplomático la precisa vinculación de su soberano con la tierra croata.

La respuesta, como correspondía a la de un personaje dicho en el oficio, contenía el beneplácito del ministro por los saludos y votos, además de hacer suya la aspiración representada. Para ello se adelantó a solicitar el envío de los antecedentes de los posibles candidatos al consulado imperial y real en Punta Arenas.

De tal manera iban las cosas, cuando los legitimistas austríacos, que se habían mostrado lerdos en su correspondiente expresión de adhesión a Starzénski, se enteraron de aquel intercambio epistolar y determinaron manifestar con la mayor premura su fidelidad. El 27 de mayo de ese año 1903 era cursada una nota al representante imperial y real, en la que los firmantes se condolían por el apresurado reconocimiento que aquél hiciera de la entidad croata congénere.

«Los que suscriben —señalaban—, miembros del directorio de la Sociedad Austríaca de Socorros Mutuos, nos permitimos hacer presente a V.E. el profundo desengaño que hemos experimentado al ver que V.E. se ha dirigido al Directorio de la Sociedad Croata de Beneficencia, a fin de obtener datos sobre las personas que pudieran asumir la representación de nuestra patria en este territorio.

Esta extrañeza será justificada ante la opinión de V.E., cuando sepa que la sociedad a que pertenecen, es la única genuina representante de la colonia austriaca, como lo dice claramente su título social.

Creemos de nuestro derecho hacer presente a V.E. que la Sociedad Austríaca fue la iniciadora de la colonia; organismo existente desde el año 1896, y siguiendo una marcha de prosperidad notable, merced a los esfuerzos de sus 280 socios. logra a la fecha poseer un capital de reserva de 10.000 pesos moneda chilena. Los beneficios que esta sociedad ha aportado a los que se han visto obligados a recurrir a su protección, están de manifiesto y son bien reconocidos, sin negar a la Sociedad Croata, de muy posterior organización, sus méritos. Creemos que no es ella la llamada a representar nuestra colectividad, pues deseamos la unidad del gran imperio a que pertenecemos, que hace una distinción hiriendo a los fieles súbditos austríacos.

Estas razones nos obligan a protestar respetuosamente ante V.E. de cualquier dato que represente a nuestra más conveniente representación en este territorio, pudiera ser enviado por esa sociedad».

Esta comunicación fue seguida un par de semanas después por una solicitud dirigida a Starzénski, y que era del siguiente tenor:

«Los abajo firmantes, fieles súbditos de S.M. el Emperador de Austria-Hungría, al mismo tiempo que protestan contra la aseveración hecha al digno representante de ese imperio en Chile, por la Sociedad Croata de S.M., al decir que sólo existe la colonia croata en Punta Arenas, exhortan al señor Ministro que, para el nombramiento de un representante en ésta, se atenga a la indicación de persona que considere apta el Directorio de la Sociedad Austriaca, por ser esta corporación la que más méritos reúne, por su antigüedad, personería y liberalidad de fines sociales».

En su respuesta el diplomático cuidó de herir susceptibilidades, evitando pronunciarse en favor de una u otra sociedad, y, respecto del nombramiento consular, planteó la conveniencia de una proposición formulada de común acuerdo.

Conocido como era el grado de animosidad entre los grupos dirigentes de ambas entidades, tal sugerencia no habría de tener probabilidad alguna de éxito. Por el contrario, los filo-austriacos se apuraron en hacer saber al ministro la imposibilidad de acordar con la Sociedad Croata, pues conocido es el espíritu revolucionario y separatista que abrigan los naturales de la provincia de Croacia y que lo ponen de manifiesto siempre aún por la prensa, como lo prueba la existencia del diario «Sloboda» en este país, todo esto en contraposición del ánimo de la mayoría de súbditos de S.M. el Emperador, que afirmativamente es de 90% en ésta.

Para entender la referencia a «Sloboda», es menester consignar que este periódico, fundado en Antofagasta en marzo de 1902 por Ivan Krstulović, y que rápidamente comenzó a circular entre los inmigrantes radicados en distintos puntos de Chile, había asumido una posición de exaltación del nacionalismo croata, propugnando directamente la independencia del antiguo reino.

El malestar evidente con que sería recibido el periódico entre los legitimistas, hubo de concitar animosidad en contra de su corresponsal en Punta Arenas Andrés Juričić, al punto de expulsarle de la Sociedad Austriaca en la que el mismo se había mantenido.

Con tales antecedentes, era natural que el conde Starzénski se inclinara a dar el reconocimiento a dicha entidad y acogiera su proposición para la representación consular. Esta recayó en José Pasinović, ilustrado comerciante dálmata originario de Boka Kotorska.

En una y otra materias, pues, el legitimismo austriaco en Magallanes había ganado la partida. Pero tal triunfo tendría el carácter de pírrico, pues en definitiva sus consecuencias locales, añadidas a otras circunstancias externas, habrían de contribuir a la vigorización y difusión del nacionalismo croata en la colectividad residente.

LOS SUCESOS DE 1903 A 1909  EN CROACIA Y SU REPERCUSIÓN EN MAGALLANES

Pese a todo, lo ocurrido en el seno de la colonia croata de Magallanes parecía, a marzo de 1903, una simple disensión intestina sin mayor relevancia. Pero la misma hubo de cobrar fuerza e importancia, una vez que se difundieron entre los inmigrantes las noticias francamente inquietantes que procedían de la lejana patria y que daban cuenta del levantamiento croata anti-húngaro de 1903.

La torpe y ciega política conjunta de Viena y Budapest respecto de Croacia, lejos de aplacar el legítimo malestar del grueso de la población, no había hecho más que exacerbarlo. Los reclamos autonómicos, que se hacían considerando la unidad del imperio, y la justísima aspiración por la auto-determinación de la nación croata, fueron ignorados o burlados una y otra vez, provocando un levantamiento popular en distintas partes de Croacia y Eslavonia sometidas a la tutela húngara, y que fue brutalmente repelido.

Fue entonces que las diputaciones croatas de Dalmacia e Istria ante el Parlamento de Viena, demandaron a Francisco José su intervención como rey croata, pero infructuosamente. Como bien ha señalado Prvislav Weissenberger, tal desatino del monarca contribuiría a la larga a la radicalización del nacionalismo croata.

La numerosa colonia croata de Magallanes fue la primera en Chile que conoció las informaciones sobre los sucesos comentados, y las reacciones de pesar y condena no se hicieron esperar en su seno. La bandera nacional fue izada a media asta en el frontis de la sede de la Sociedad Croata de Beneficencia, en expresión de duelo por las víctimas de la represión húngara. Por otra parte, una comisión ad hoc tuvo a su cargo la recolección de dinero para concurrir en ayuda de los deudos de los caídos en las jornadas de protesta; y, en su oportunidad, se llamó a los inmigrantes a abstenerse de celebrar el natalicio del Emperador, el 18 de agosto, solidarizándose así con demostraciones semejantes de repudio puestas en práctica por otras comunidades distribuidas en la zona norte de Chile.

Las actitudes de reprobación de los nacionalistas croatas magallánicos, con todo no llegaron al grado de vehemencia y aún de violencia que se registraría después entre los inmigrantes de Antofagasta.

Pero la cosa no había de quedar en lo señalado, pues una nueva muestra de la reacción local ante los oprobiosos sucesos de Croacia, se tuvo en la decisión adoptada en asamblea del 25 de octubre de 1903 por la Cuarta Compañía de Bomberos, en el sentido de pasar a denominarse «Hrvatsko Dobrovoljno Vatrogasno Društvo broj 4″ (Cuarta Compañía Croata de Bomberos Voluntarios), sin eufemismos.

Al calor de la efervescencia patriótica, meses después germinaron nuevas organizaciones croatas en Punta Arenas. La primera fue la Hrvatsko Tamburaško Društvo «Tomislav» (Sociedad Estudiantina Croata «Tomislav»), fundada el 22 de mayo de 1904 bajo la inspiración del profesor Pedro Gašić hacía poco llegado al Territorio de Magallanes. Sus fines eran los de promover el cultivo de la música, el canto y la poesía, además de fomentar los sentimientos patrióticos, todo ello para servir como órgano de expresión y difusión de la cultura croata en el medio regional, para propios y extraños. Un propósito semejante, a más del cultivo del arte escénico, condujo a la creación durante aquel mismo año del Hrvatsko Omladinsko Dramatsko Društvo Ivan Gundulić (Centro Dramático Juvenil Croata Ivan Gundulić). Por fin, viene al caso consignar la aparición, el 19 de marzo de 1905, del semanario Male Novine (Pequeño Noticiero), fundado por el ya citado Gašić, quien desde entonces y para lo futuro pasaría a ser uno de los inspiradores intelectuales del nacionalismo croata magallánico, cuya creciente consolidación era cosa manifiesta.

Cundía entonces el fervor patriótico en un amplio sector de la colonia residente y que se expresaba de variada manera: desde simples conversaciones de café, hasta improvisadas charlas o disertaciones en asambleas o incluso en espontáneos debates; en la difusión de oleografías conmemorativas de sucesos históricos, tales como las que representaban la coronación de Tomislav, primer rey croata y el sínodo episcopal convocado por Zvonimir; o bien una alegoría relativa al Renacimiento Croata o, por fin, retratos de personalidades como Ivan Gundulić, el ban Josip Jelačić, Starčević y Strossmayer. También con la presentación de dramas heroicos y la difusión de canciones e himnos de contenido patriótico, entre ellos la sentida Lijepa Naša Domovino.

De tal modo marchaban las cosas al promediar la primera década del siglo. La situación, podría afirmarse, había quedado en una suerte de status quo. El legitimismo, concentrado en su bastión de la Sociedad Austriaca, disponiendo de la representación consular y de una cuota más bien escasa de adherentes fervorosos. El nacionalismo croata, afirmado en sus distintas organizaciones societarias emergía vigoroso, ganando progresiva popularidad en el interior de la inmigración.

Por aquel tiempo comenzaron a jugar un papel interesante en la consolidación de las posiciones conocidas, las noticias que regularmente procedían de otros dos centros importantes de concentración de inmigrantes croatas, como eran Antofagasta y Rosario, importante ciudad argentina; sin dejar de lado, por supuesto, las informaciones que se recibían de Dalmacia y Croacia.

De allí precisamente provino la noticia que daba cuenta del acuerdo denominado «Resolución de Rijeka», establecido por la dirigencia croata-serbia de Istria, Dalmacia y el banato de Croacia como parte de un pacto político convenido con la oposición húngara al gobierno imperial de Viena, en cuya virtud ésta aceptaba el respeto al compromiso croata-húngaro de 1868 (que había establecido el estatuto regulador de las relaciones recíprocas, sobre la base histórica del Pacta Conventa de 1102). Ello a cambio del apoyo por parte de los representantes serbios y croatas ante los parlamentos de Viena y Zagreb, respectivamente, a las posiciones de la oposición húngara.

Dicho acuerdo fue seguido y complementado tiempo después por otro, conocido como «Resolución de Zadar», denominado así por la ciudad dálmata donde fue suscrito, en virtud del cual la coalición formada por croatas y serbios apoyaría a través de su dirigencia política a la minoría serbia residente dentro de Croacia, a cambio del compromiso de la oposición húngara en cuanto a conseguir mayor libertad para la nación croata, en cuyo seno los serbios tendrían completa igualdad de derechos como los mismos hijos de aquella.

Esta circunstancia que se presentaba auspiciosa para el porvenir y que parecía asegurar la posibilidad de un entendimiento armonioso de mutuo provecho, se perdió lamentablemente durante las primeras semanas de 1906, cuando, la oposición húngara logró entenderse con el gobierno de Viena, acuerdo del que derivó la incorporación del viejo líder liberal Ferenc Kossuth, inspirador de aquel movimiento, y, como consecuencia, la postergación sine die del proyecto de elecciones universales que habría de proporcionar una base apropiada para la re acomodación política de las nacionalidades en el interior del Imperio, y al que los húngaros se oponían decididamente, por cuanto implicaba una amenaza cierta a su hegemonía.

La frustración que acarreó aquella efímera esperanza, favoreció la tesis de una minoría que reclamaba la adopción de definiciones radicales, abiertamente separatistas. De tal modo pudo conseguirse el entendimiento político entre croatas y serbios (en el interior de Croacia), que pre anunciaba el futuro auge de la idea yugoslavista. Los signos del tiempo, entonces, señalaban una marcha sin retorno hacia posiciones francamente radicales.

Entre la diápora croata en el mundo, particularmente en las dos Américas, aquellos sucesos contribuyeron a catalizar el sentimiento patriótico en pro de la unión yugoslava, de manera tal que, en distinto grado y con variantes locales, fueron afirmándose corrientes cada vez más definidas de opinión, paulatinamente favorable al reclamo nacionalista extremo.

En este ambiente de profundo sentimiento nacional, surgió en el inicio de la primavera de 1907 la idea de constituir una entidad matriz, Dom (Hogar), bajo cuyo alero habrían de cobijarse todas las instituciones preexistentes, inclusive la Sociedad Austriaca de Socorros Mutuos. La interesante idea provino de Pedro Hrdalo, Jorge Jordan, Juan Trutanić y Esteban Livačić.

La reunión fundacional fue celebrada el 28 de septiembre y en ella se acordó la creación del Jugoslavenski Dom (Hogar Yugoslavo). La denominación debe sorprender, tanto por lo prematuro del uso del adjetivo, cuya connotación politica era manifiesta, cuanto porque entre los fundadores se contaban hombres como Hrdalo y José Pasinović, conocidos como pro austriacos o legitimistas. A falta de otra explicación que satisfaga, ha de tomarse la aceptación que hicieron del nombre como muestra de tolerancia para con los principios político-nacionalistas de la época, en la que los croatas y la minoría serbia que habitaba dentro de Croacia, buscaban una mayor representatividad dentro del Imperio Austro-Húngaro.

Es del caso destacar que en la gestación y organización de esta nueva entidad social participaron varios otros destacados personeros del grupo legitimista, lo que revela que a pesar de las diferencias, el trato armónico recíproco era posible, circunstancia que pone de relieve la voluntad fraternal .superior que inspiraba a los participantes. A pesar de esto, este primer «Dom» no logró prosperar.

Naturalmente, quisiéramos o no, los sentimientos de los nacionalistas croatas, yugoslavistas o legitimistas a la corona austro-húngara, debieron sin embargo aflorar y constituir fuente de divergencias, a las que habría de atribuirse el fracaso de la iniciativa cuando la misma estaba en germen. Con todo había sido un esfuerzo precursor, pues los tiempos no estaban maduros para un proyecto semejante. Antofagasta, el importante puerto del Norte chileno, y lugar de radicación de un apreciable contingente de croatas de Dalmacia, fue uno de los centros de más temprana efervescencia política y su influencia consiguiente se extendería sobre otros núcleos cercanos; también más allá de las fronteras chilenas, sobre grupos establecidos en Bolivia y Argentina y, ya por supuesto, alcanzaría hasta la remota Punta Arenas, en el estrecho de Magallanes. Aquí encontraría eco el pensamiento de los croatas de Antofagasta, que se divulgaba principalmente por intermedio de «Sloboda».

Por la misma época aparecería en 1908 un nuevo periódico en Punta Arenas, ostentando el sugestivo nombre de Domovina (La Patria) y que debía convertirse desde un comienzo en el vocero de inquietudes nacionales.

Entre tanto las noticias procedentes de Europa eran ciertamente para preocupar, pues anticipaban una crisis en el entendimiento croata-austro-húngaro, que habría de influir en el devenir de los acontecimientos en los Balcanes.

La tensión había comenzado en la Croacia propiamente dicha, sujeta a la férula húngara. El lamentable gobierno del ban (virrey) impuesto por Budapest acarreó el malestar de los representantes de la oposición en el Parlamento de Zagreb y que interpretaban a la mayoría abrumadora del pueblo croata. Como consecuencia de la tirantez sobreviniente, el ban había disuelto el Parlamento el 12 de diciembre de 1907. Las acusaciones de los representantes populares eran serias: violación grave y reiterada de la constitución, lo que implicaba el quebrantamiento del acuerdo húngaro-croata.

En tal caldeado ambiente se convocó a nuevas elecciones parlamentarias para febrero de 1908, consulta en la que el oficialismo pro-húngaro sufrió una derrota severísima. Ante lo ocurrido. Francisco José, llamado naturalmente a servir de árbitro en la contienda política, dispuso por decreto del 13 de marzo la clausura del Sabor. Frente a tal actitud real los parlamentarios de la opositora coalición croata-serbia respondieron con el llamado «Manifiesto de Marzo» (20-III-1908) por el que proclamaban el derecho inalienable a la autodeterminación del pueblo croata y la unidad entre los pueblos hermanos de sangre eslava y lengua común.

La respuesta de la autoridad real impuesta, fue condigna de la inveterada y obstinada ceguera de la monarquía dual para enfrentar un problema que de suyo era delicado y ahora además candente: gobierno absoluto y atrabiliario, represión de las libertades públicas y atropello de la autonomía de la Universidad de Zagreb, foco de la intelectualidad nacionalista.

La juventud universitaria croata viendo atropellados los derechos fundamentales de su alma mater, determinó emigrar hacia otros centros de estudios superiores como Praga y Viena, llevando consigo el fermento de una disconformidad irreversible para con el régimen gobernante.

Tal era de difícil la situación cuando el gobierno Austro-húngaro decidió la anexión de las históricas regiones croatas de Bosnia y Herzegovina (octubre de 1908). Una acción semejante que debía haber sido recibida con alborozo por la nación croata por cuanto significaba la liberación definitiva de aquellas seculares tierras cristiano-occidentales irredentas, que hasta 1878 habían estado bajo el vasallaje turco, se vio ensombrecida por la decisión imperial de mantener esos territorios como un condominio Austro-Húngaro, en vez de incorporarlos —como correspondía por derecho histórico— a Croacia. Así, innecesariamente se agravió, y en forma profunda, el sentimiento nacional croata, además de molestarse de paso al Reino de Serbia que también tenía aspiraciones sobre aquellas viejas tierras ubicadas en el centro de los Balcanes.

Para rematar tanto dislate se fraguó el discutido y fraudulento proceso en contra de algunos personeros de la oposición croata-serbia, bajo la acusación de haberse puesto en convivencia con el gobierno extranjero de Belgrado y contra los intereses del imperio. Fue el tristemente famoso proceso de Agram (denominación austríaca para Zagreb), que lejos de conseguir sus objetivos, logró en cambio concitar el repudio internacional y contribuyó a consolidar la unión de los croatas de la diáspora migratoria, en torno al ideario que inequívocamente se orientaba al yugoslavismo.

En vano algunos escasos estadistas y políticos en Viena, entre los cuales habría estado el archiduque Francisco Fernando, heredero del trono, aconsejarían moderación al gobierno dual, a fin de no extremar la tensión en Croacia, que de anti-húngara se iba convirtiendo en anti-austriaca y anti-imperial. Para los moderados, la única opción que quizás restaba, en el contexto de la conservación del imperio, era el reconocimiento de un estatus de igualdad a los eslavos, con respecto a los austriacos y húngaros, y la reorganización de sus naciones integrantes en una gran federación.

Cabe imaginar cómo se fueron recibiendo en Punta Arenas una tras otra tan importantes informaciones, las que luego eran comentadas y debatidas con la característica vehemencia croata en grupos y reuniones. Ha de suponerse también que durante tal proceso, la reflexión y el convencimiento habrían de ir imponiendo paulatinamente una visible orientación hacia la tesis yugoslavista, en desmedro de la otrora fuerte opinión croatista. Sería un cambio lento pero finalmente irreversible.

Así las cosas, a fines de 1908 arribaba a Punta Arenas como inmigrante el médico Mateo Bencur, eslovaco de nacimiento, pero con larga práctica profesional y residencia en la isla dálmata de Brač, donde había contraído matrimonio con Petronila Didolić, hija de una respetable familia de Selca. Bencur era un hombre de inteligencia superior y vasta cultura, que pronto habría de destacarse y hacerse respetar en el seno de las entidades croatas por su gran calidad humana y por su prudencia. Como pensador, Bencur era un convencido yugoslavista; sus ideas lo situaban entonces en el ideario político de Strossmayer. Su saber y la claridad conceptual que poseía harían del mismo un factor indudable de moderación y armonía, de manifiesta influencia sobre el núcleo intelectual croata de Magallanes y sobre la masa común de los inmigrantes.

Apropiada expresión del sentimiento que entonces y a raíz de tantos acontecimientos debía conmover a buena parte de la inmigración, hubo de tenerse en la proclama distribuida en Punta Arenas el 23 de octubre de 1909 y dirigida a los croatas de Magallanes, a propósito del mentado proceso de Zagreb, y de cuyo texto viene al caso transcribir algunos párrafos expresivos:

«Hermanos,

A nosotros los eslavos de la monarquía de los Habsburgos, a pesar de ser desde antaño sus más fuertes pilares, se nos vislumbra un trágico porvenir, debido a la prepotencia de tedescos y magiares (austriacos y húngaros), que tratan de destruirnos.

El trireino de Croacia, Eslavonia y Dalmacia, y luego las recientemente anexadas provincias de Bosnia y Herzegovina, existen para nosotros solamente en el papel. Estos, antes libres restos de nuestra gloriosa y antigua patria, se han convertido realmente en lugares intencionales de procesos políticos.

En la capital de Croacia, la culta Zagreb, acaba de terminar en estos últimos días, un odioso proceso en el que fueron condenados muchos de nuestros dignos hermanos serbios, verdaderos mártires y defensores de nuestro nombre eslavo y de la libertad nacional.

¿Y por qué todo esto?

Desde algún tiempo, serbios y croatas se dan cuenta que son unos mismos y un solo pueblo con dos nombres, y que interrumpiendo su lucha fratricida, se tendieron cordialmente las manos de la reconciliación, para obrar juntamente en el campo de la cultura y la economía nacional, y para que a nuestro pueblo amanezcan días mejores.

Esta sincera y fraternal unión, llegó a alarmar a austriacos y húngaros, y como trataran de la ocupación de Bosnia y Herzegovina, comenzaron a obrar violentamente para reducirlos por la fuerza, ya que no podían hacerlo benignamente.

(…) Desde este suelo libre de nuestra segunda patria, desde la gloriosa República de Chile, en la que gozamos de libertad y de la hospitalidad de sus hijos, desde esta tierra regada por la sangre de sus mártires, triunfantes de la tiranía, demostraremos que somas hijos dignos de nuestros inmortales antepasados, y protestemos contra este moderno vandalismo del siglo XX».

Suscribían este encendido documento, entre otros Juan Sekul, Mateo Bencur, Pedro Hrdalo, Jerónimo Martinić, Andrés Juričić, Vladimir Perović, Pedro Gašić, Simón Juan Paravić, Agustín Denegri y Jorge Jordan.

La proclama tenía por objeto convocar a los croatas magallánicos a una asamblea para debatir la situación. La misma se efectuó al día siguiente, con una concurrencia masiva de inmigrantes, nunca antes registrada en acto social croata alguno, a los cuales se dirigieron Juan Sekul, Vladimir Perović y Jorge Jordan para explicar las motivaciones de la reunión, cargadas de sentimiento patriótico.

La asamblea culminó aprobándose por aclamación un voto público del siguiente tenor:

1ro. Los croatas y serbios residentes en Punta Arenas, Chile, reunidos hoy en gran asamblea pública, protestan solemnemente en contra de la injusta sentencia y de los procedimientos en el así llamado proceso por supuesta alta traición, en Zagreb, y saludan cordialmente a los injustamente condenados hermanos serbios.

2do. Convencidos que croatas y serbios son un mismo pueblo, y que solamente en su acción conjunta reside la salvación de nuestro pueblo, concuerdan con ella y aprueban la obra de la Coalición Croata-Serbia, deseando que cuanto antes le sea posible eliminar de Croacia a sus sanguinarios enemigos internos y externos.

Este voto de acuerdo fue divulgado hacia el exterior a través de la agencia de noticias Havas y remitido especialmente al combativo periódico Materiniska Riječ, de Rosario.

No obstante el fervor patriótico que estos actos y sucesos consiguieron despertar entre muchos croatas residentes, la moderación proseguía siendo la norma reguladora en la convivencia cotidiana de los inmigrantes, aunque sus sentimientos respecto de la materia de que se trata fueran encontrados. Inclusive, unos y otros concurrieron a recibir y festejar a personalidades austriacas que visitaron Punta Arenas hacia 1910. Tal conducta por parte de los croatas imbuidos del patriotismo era posible, por cuanto si de una parte afirmaban con decisión la personalidad y derechos de la patria lejana, y consecuentemente protestaban por la tiranía húngara, tolerada por Viena; por otra se reconocían como súbditos respetuosos de la doble monarquía.

Este espíritu de moderación y conciliación también había inspirado la redenominación del antiguo periódico «Domovina» (que había sido dirigido por Gašić, de postura francamente radical) a Novo Doba (Nueva Epoca), ahora bajo la dirección de Juan Trutanić, su nuevo propietario (1910). En el nuevo plan editorial este vocero había partido llamando a la unificación de las sociedades mutuales, bajo la sola denominación eslava.

A esta campaña vino a sumarse después una recomendación semejante por parte del periódico Progonjena Materinska Riječ, de Rosario, órgano que inclusive patrocinaba la integración bajo el nombre Hrvatsko-Slavensko Pripomoćno Društvo (Sociedad de Beneficencia Croata-Eslava). Pero la unificación no llegaría a producirse atendidas las opuestas posiciones ideológicas de los dirigentes.

Por aquel tiempo el objetivo central del nacionalismo croata moderado, esto es la solución del problema nacional croata en el contexto del imperio de los Habsburgo, seguía contando con el apoyo de la intelectualidad croata residente. Lo prueba el extenso artículo «Austria-Hungría y el Federalismo» firmado por Lucas Bonačić-Dorić y publicado por «Domovina» en su edición del 18 de septiembre de 1910. En él su autor propugnaba al indicado sistema de gobierno interior y organización estatal, como el único posible para armonizar las contradicciones nacionales en el interior del imperio y, de tal manera, para salvar su unidad.

Así se daban las cosas, cuando un nuevo cambio en «Novo Doba» (1911) llevó a la dirección a Bonačić-Dorić, quien para entonces ya insinuaba una postura filoyugoslavista, quien hubo de contar con la colaboración de Miroslav Tartaglia, figura notable del núcleo radicalizante. Bajo la nueva dirección el periódico puntarenense sostuvo un amistoso debate con el periódico rosarino Zajednica, que había pasado a reemplazar al agresivo «Materinska Riječ», en el contexto de la moderación que parecía inspirar al nacionalismo croata militante.

Esta circunstancia condujo a la dirigencia de las instituciones croatas entonces existentes, a convocar a una reunión amplia, a realizarse el 12 de julio de 1911, para el efecto de considerar la fundación de un nuevo periódico que interpretara a cabalidad los sentimientos y aspiraciones de los inmigrantes radicados en Magallanes, pero que al propio tiempo fuese un vocero del nacionalismo croata en América del Sur. El doctor Bencur al dirigirse a los concurrentes a la asamblea tuvo conceptos que entendemos no sólo reflejaban su propio pensamiento, sino el de la generalidad de la intelectualidad croata.

El vocero que se quería fundar, señaló con claridad el ilustrado médico, estaría al servicio de nuestro espíritu nacional croata y podría convertirse en órgano no solamente de la colonia croata de Punta Arenas sino de toda nuestra emigración en la América del Sur. Punta Arenas se convertiría así en centro del despertar nacional, en momentos cuando ha dejado de salir «Materinska Riječ» que tan bien nos representara, y en momentos que nos imponemos de la desconfianza que se despierta alrededor de «Zajednica», en Rosario de Santa Fe. No solamente que representaría nuestros intereses sino que congregaría a su rededor a todos nuestros hermanos eslavos, especialmente a los eslavos del sur, y en primer lugar a los serbios con los que aspiramos por la unificación.

Luego, precisando sus sentimientos e ideas, añadió:

«El periódico defendería los mismos derechos por los que está aspirando nuestra patria y que por derecho natural le corresponde y que tiene que conquistar de sus opresores. Croacia es un reino autónomo con gobierno y parlamento propios; pero, señores, ella no es tan independiente como lo son Serbia y Rumanía, sino que forma parte del imperio austro-húngaro. Por eso tenemos que estimar a nuestro rey como a nuestro legítimo soberano por ser a la vez Rey de Croacia. Tenemos que estimarlo porque no podemos abstraernos a esta obligación. Esto no nos perjudica y no impide que defendemos nuestros legítimos derechos y los de nuestra patria. El periódico tendría que estar por encima de todos nuestros conflictos. Como la existencia de los periódicos no nos reporta más que desunión, y como esto ya lo estamos experimentando, el proyecto evitaría este mal. Estas son nuestras ideas respecto al proyecto que tenemos que debatir y resolver

Puesta en consideración la moción y como hubo quienes estimaran que su filosofía implicaría una adhesión irrestricta hacia Austria, controvirtieron tal aspecto, recordando antiguos agravios de los Habsburgo hacia la nación croata, todo ello aunque concordaban los impugnadores con la idea general.

Jorge Jordan, otro de los portavoces indiscutidos del nacionalismo croata, defendió a su turno la postura de Bencur, expresando que sus palabras debían entenderse como las propias de un hombre de insospechables ideas liberales, que exponía que era nuestro deber estimar a nuestro rey, sin que esto sirviera de motivo para renunciar a nuestros derechos. Agregaba que nosotros no podríamos llegar a la independencia por la revolución porque las utopías eran utopías. Solamente constitucionalmente se podría conquistar nuestros derechos y la libertad.

«Tenemos que buscar nuestra unificación y de las tierras croatas, dentro de la monarquía austro-húngara, cuyos derechos nos pertenecen y defiendan las leyes. Es imposible concebir nuestra libertad por otros métodos. Este nuestro periódico tendría que estar dirigido a todo lo que no sea justo y ser dirigido contra el gobierno y sus órganos. Así tendrían que ser interpretadas las palabras del doctor Mateo Bencur».

Aclarando finalmente sus conceptos, el médico filántropo precisaría aún más:

«Dije que tendríamos que respetar a nuestro soberano como a nuestro rey croata. A esto nos obliga el deber y la moral, pero esto no es un impedimento para que no aspiremos a la liberación y unificación de nuestras tierras y de ser fieles a nuestros derechos y que los mismos se nos otorguen y respeten. Muchos no han entendido ni comprendido mis palabras. Nuestro periódico escribiría contra todo aquello que significara injusticia y contra los gobiernos que intentaran en contra de nuestros derechos. Esto sería una parte del programa de nuestro periódico.

Si nuestros gobiernos son malos, en primer lugar sobre nosotros mismos recae la culpa. Nosotros somos los que elegimos a nuestros representantes cuya mayoría formaría gobiernos. No es nuestro rey el que forma los gobiernos sino la mayoría parlamentaria. El rey tiene tanta influencia en la formación de los gobiernos como la podría tener el Presidente de la República de Chile sobre el Congreso. Siempre estuve en oposición a los gobiernos y las ilegalidades y no he sido influenciado de ninguna parte. Les puedo declarar que por haber sido opuesto a los gobiernos me he inclinado a venir a América».

La iniciativa de los dirigentes de las instituciones croatas fue finalmente aprobada por la mayoría de los reunidos. De tal modo «Novo Doba» cesó en su publicación con el término de aquel mes de julio. Pronto fue reemplazado por un renacido «Domovina», cuyo tono estuvo acorde con la moderación ambiente.

Quienes postulaban una posición más extrema, disconformes a su vez con la línea de «Novo Doba», a la que tenían por semejante a la de «Zajednica», determinaron crear a su turno otro periódico que fuera el reflejo de sus ideas radicales. Este fue Dom, que fundado y dirigido por Pedro Gašić, apareció por ese tiempo atribuyéndose la condición de portavoz de una rara Hrvatska Pučka Narodna Omladina u Magallanesu (Juventud Nacional Popular Croata en Magallanes), nacido, así lo afirmaba, para combatir las tendencias pro austriacas en Sudamérica (léase «Zajednica»). Su vida periodística con todo habría de ser efímera, pues dejó de publicarse en 1912.

LA TRANSICIÓN: DEL NACIONALISMO CROATA AL YUGOSLAVISMO

La actividad societaria en el interior de la inmigración croata en Punta Arenas en tanto, mostraba por aquellos años iniciales de la década de 1910 un renovado dinamismo.

De tal modo, en abril de 1911 había revivido la Hrvatska Čitaonica, por iniciativa del incansable Andrés Juričić, antiguo animador intelectual y cultural. Al año siguiente, el 27 de septiembre surgía el Hrvatski Športski Klub «Sokol», inspirado en los objetivos deportivos, espirituales y principios del movimiento Sokol, común a los pueblos eslavos occidentales. De allí su pronta afiliación al Hrvatski Sokolski Savez (Unión del Sokol Croata) de Zagreb. En contemporaneidad con esa iniciativa tan loable como necesaria para la juventud croata, se registró un nuevo intento por dar vida al Dom, esta vez con el nombre de «Hrvatski Dom» (Hogar Croata), como entidad superior aglutinadora de las instituciones nacidas de la fecundidad societaria de la inmigración local, pero que tampoco entonces llegó a prosperar. Recién año y medio más tarde, el 14 de marzo de 1915, la voluntad común daría vigencia al sostenido anhelo del Hogar Croata. teniendo a Jorge Jordan como presidente fundador.

Así las cosas, la tensión que existía entre el estado balcánico cristiano serbio y montenegrino y el decadente imperio otomano, desembocó en un conflicto armado en noviembre de 1912, que duró hasta 1913, y que fue denominado como «guerras balcánicas». La guerra consiguió despertar un vivo espíritu de solidaridad sud eslava en favor de los reinos de Serbia y Montenegro entre los croatas dispersos por el mundo.

Este sentimiento fraternal se expresó de partida en el ánimo de colaboración con la Cruz Roja Serbio-Montenegrina, con el propósito de contribuir a su humanitaria misión en el teatro de la guerra. Pero especialmente el conflicto sirvió para reavivar el adormilado vigor del movimiento nacional local, pues dándose por descontado –como en efecto ocurrió– una victoria cristiana sobre los turcos, se esperaba la emergencia de una Serbia fortalecida y prestigiada, que tanto pudiese asumir el movimiento de la esperada unificación yugoslava, cuanto contribuir a consolidar la situación de los eslavos del sur y el cambio de faz de los eslavos del imperio de los Habsburgo, según lo había manifestado Mateo Bencur en reunión de las entidades croatas realizada por aquellos días.

Pero la obstinación ciega del hegemonismo húngaro en Croacia, con la tolerancia del gobierno de Viena, proseguía por entonces con su política de presión, sin advertir que el tiempo para enmendarla se reducía angustiosamente.

Sin embargo, en Magallanes, todavía hasta los patriotas radicales parecían esperar el milagro a través de la desfalleciente idea federalista.

En una conferencia pública pronunciada el 5 de abril de 1914 por el inquieto intelectual que era Lucas Bonačić-Dorić, bajo el título de «La Cuestión Austro-Húngara», expresaría un sentimiento que todavía era general:

«La monarquía Austro-Húngara, había afirmado, no es una nación de población compacta, sino un núcleo heterogéneo y centrífugo de muchas razas yuxtapuestas, cuyas tendencias de oposición han sido puestas bajo un sistema centralizador e imperialista, que no corresponde ni satisface sus principios nacionales. Por lo mismo Austria-Hungría está condenada a ser única y exclusivamente una confederación. El federalismo aseguraría todas las aspiraciones, satisfacería todos los derechos y contribuiría a la solución de todas los problemas de la cuestión austro-húngara.

En el federalismo hallaría también solución la cuestión croata, que tan hondamente perturba el funcionamiento regular del sistema reinante. Para los croatas, les sería indiferente que dentro del cuadro de la monarquía de los Habsburgos, se hallen dentro del trialismo o del federalismo; lo esencial es que lleguen hasta la unificación de la Patria Croata. El federalismo satisface todos los deseos y asegura eficazmente todos los derechos.

La política anti-eslava que hoy caracteriza el sistema del dualismo, cesaría como por encanto en el federalismo, en su política interior y exterior, porque habría desaparecido también su causa inmediata, es decir la preponderancia y la hegemonía de dos razas. Austria-Hungría dejaría de ser una nación avasalladora e imperialista, porque para ello hay que poseer la unidad de la conciencia nacional. Lo que es hoy posible en Alemania, es imposible en la monarquía habsburguesa.

El federalismo debería por consiguiente ser saludado como una combinación feliz y principio de grandes resultados, y que traería la pacificación y correspondería plenamente a las tendencias históricas y la democracia. Se habría resuelto un gran problema, el problema político y social de la Europa Central, haciéndose honor y justicia a la justicia».

No obstante lo aseverado, Bonačić-Dorić advertía que al fin el federalismo sería una etapa, importantísima de suyo, mas no la meta. Por ello, creía indispensable precisar que, si se llegara en la Monarquía hasta la expresión completa de un federalismo, éste seria solamente un período de transición, en la ley de la evolución y la cristalización de las sociedades y de los pueblos. El principio democrático impone que la idea nacional alcance su mayor desarrollo, mientras que el proceso natural de las cosas vaya alcanzando la meta del perfeccionamiento humano.

«Austria-Hungría tarde o temprano está condenada a la desaparición. Esa tendencia que lleva a los pueblos hacia su unidad nacional con sus respectivas agrupaciones étnicas; elementos a que los liga el parentesco de la raza, tiene que ir cumpliéndose como la ley universal que gobierna el mundo, mientras haya organización social basada en el Estado.

Esto no es solamente una aspiración política; es una inclinación de la naturaleza, en oposición al principio de conquista y predominio. Y así, por inclinación de esta ley, los diversos grupos de la monarquía se unirán a los suyos. Los croatas, correspondiendo al llamado de esta ley, celebrarán su unidad nacional con los serbios, como celebran hoy su comunión del espíritu y la cultura, para formar la agrupación eslava meridional y los anhelos del renacimiento del abismo, y así veríamos resucitada la Yugoslavia que un siglo fuera la esperanza más viva de los ilirios. Este proceso se produce en los Balcanes, después de siglos de cautiverio».

Pero los disparos homicidas de Sarajevo aventarían para siempre toda esperanza de reacción en Viena y Budapest, y conducirían, a muy poco andar, al nacionalismo croata local, como a toda la inmigración croata de Magallanes, hacia un abierto yugoslavismo.

Si la serie de acontecimientos que siguieron al atentado y que originarían la Gran Guerra, conmoverían a Europa y a la humanidad entera, cuanto más debieron influir en el sentimiento de la diáspora croata.

Hubo de ser aquel aciago período un tiempo de definiciones, pues el estallido del conflicto entre austriacos y serbios hubo de obligar a tomar partido por uno de los dos bandos, y en general a expresar simpatías por los imperios centrales o por la Entente. La abrumadora mayoría de los croatas desperdigados por el mundo, tanto en Magallanes, como en otras partes, hubo de ver entonces —desde su propia óptica— a la guerra que se iniciaba como un enfrentamiento entre el legitimismo austro-húngaro y el nacionalismo entre los pueblos eslavos.

Pero la definición en el caso de los croatas magallánicos no fue por cierto inmediata, ya que entre el 28 de junio de 1914, fecha del atentado que costara la vida al heredero del trono imperial de Austria-Hungría, y la proclamación pública de su adhesión a la causa serbia, debió mediar un lapso de indecisión a modo de espera sobre el desarrollo de los acontecimientos europeos.

Tienen explicación de esa manera las palabras de Bencur, presidente del Hrvatski Dom y Hrvatski Savez, pronunciadas durante el curso de una importante reunión realizada el 27 de agosto de 1914, a la que concurrieron todos los dirigentes de las instituciones croatas, y que fuera convocada por la Sociedad Croata de Beneficencia para considerar la creación de un comité de apoyo humanitario a los combatientes serbios y montenegrinos.

El prudente Bencur aconsejó entonces moderación, en espera del curso de los sucesos en el Viejo Mundo, recordando que por Austria-Hungría habrían de luchar obligadamente muchos croatas, a los que por cierto no podía considerárselos como enemigos. Pero sus palabras fueron entonces replicadas con vehemencia por Miroslav Tartaglia, quien de esa manera interpretó a la mayoría de los concurrentes. En verdad no había de resultar fácil en aquellos días moderar el entusiasmo de cuantos propugnaban la fraternidad entre los pueblos eslavos del sur y que con su verbo inflamado lograban tocar la fibra más recóndita del corazón croata.

Así nació el Odbor Srpskog-Crnogorskog Crvenog Križa i Siročadi u Domovini (Comité de la Cruz Roja Serbio-Montenegrina y Huérfanos de la Patria), primera organización surgida del seno de la inmigración croata de Punta Arenas, con carácter de fruto inicial del yugoslavismo militante.

Es necesario consignar también que el bando legitimista, agrupado en la Sociedad Austriaca, había adoptado con anticipación (6 de agosto de 1914) la determinación de abrir una suscripción voluntaria entre los asociados, en favor de la Cruz Roja Austro-Húngara. Fue entonces manifiesta la separación de las simpatías hacia los beligerantes entre hermanos de la misma nación croata. Con ello sólo pudo ahondarse la divergencia, ya irreconciliable, entre los bandos croatas de Magallanes. Sin embargo, a la larga, tal actitud habría de ocasionar el retiro voluntario, o incluso la expulsión de algunos socios, por razón de su íntima disconformidad con el estado de cosas internas en dicha entidad mutual. Asi mismo, las mujeres de la colectiviadad se organizaron el 27 de diciembre de 1914 para formar un comité femenino al que denominaron Gospojinsko Društvo «Hrvatska žena» (Sociedad de Damas «La Mujer Croata»), que tenía como mayor propósito la preservación del idioma croata entre los miembros de la colectividad y los hijos de los inmigrantes.

LA ECLOSIÓN DEL YUGOSLAVISMO

Las semanas que siguieron fueron de expectación para todos, pues se aguardaba conocer la actitud de los dirigentes nacionales en Croacia y Dalmacia, y la orientación que por consecuencia habría de darse al movimiento croata. Así se supo de la emigración de los respetados líderes Frano Supilo, Ante Trumbić y otros más, y sobre su actuación ulterior referida a la concertación de un planteamiento político común para toda la emigración sud eslava repartida por el mundo, especialmente para los croatas. Tal planteamiento resumía el propósito fundamental de conseguir la separación de las tierras y pueblos de origen croata, y su integración en un nuevo estado conjuntamente con serbios, montenegrinos y eslovenos. Para luchar por tal trascendente objetivo se organizó en Paris el Comité Yugoslavo, en el que se incorporaron dirigentes croatas y eslovenos, y representantes de la minoría serbia que habitaba en Croacia. Su primera actividad, por consecuencia, hubo de ser la de propaganda en los centros de principal nucleamiento de la diáspora migratoria, Norteamérica y la América del Sur.

El año 1915 fue, como cabía esperarlo, un período de intensa propaganda yugoslavista entre los inmigrantes de Punta Arenas, los que, si falta hacía, recibían una fuerte influencia de los grupos de Antofagasta y Valparaíso. Sus principales portavoces, Miroslav Tartaglia, Slavko Brnčić y Pedro Gašić realizaban una intensa y constante labor de difusión y convencimiento mediante charlas y conferencias. A fines de ese año, los yugoslavistas más fervorosos (Jordan, Bonačić-Dorić, Antonio Jovanović y Pedro Marangunić, entre otros) consiguieron la creación del Comité «Dalmacia» de la Defensa Nacional Yugoslava (Jugoslavenska Narodna Obrana Ogranak «Dalmacija»). Una de sus primeras actividades fue la de nominar a los delegados al Congreso Yugoslavo de Sudamérica, convocado por la dirigencia croata de Antofagasta, y que habría de realizarse en el próximo enero de 1916. Fueron elegidos para llevar la representación de Magallanes, Jorge Jordan, presidente provisional del Comité, y el periodista Lucas Bonačić-Dorić.

El Congreso de Antofagasta (21-24 de enero de 1916), como cabía esperarlo habría de tener una influencia decisiva en la evolución del movimiento yugoslavista sudamericano y mundial, al concitar la adhesión de la mayoría de la inmigración croata a la idea de la unidad yugoslava en la post-guerra. Bajo la inspiración de sus acuerdos se fortaleció la actividad de propaganda patriótica y apoyo solidario del Comité «Dalmacia», que a contar de mayo pasó a ser presidido por el respetado Mateo Bencur. La labor de difusión entre otros núcleos de inmigrantes desperdigados en el territorio austral, significó a poco andar la creación de filiales o sub-comités en Puerto Santa Cruz y San Julián (Patagonia argentina) y en Porvenir (Tierra del Fuego). Otra consecuencia de esta renovada actividad fue la transformación, una vez más, del periódico «Domovina», en vocero oficial del Comité «Dalmacia», ahora bajo la denominación de Jugoslavenska Domovina (La Patria Yugoslava).

Los legitimistas entre tanto daban localmente el deplorable espectáculo, para los nacionalistas, de colaborar con el enemigo austriaco germano. De ese modo se les veía contribuir con erogaciones para la Cruz Roja Austro-Alemana, o participar en kermesses y bazares para reunir fondos destinados a la misma; o suscribirse a sus organizaciones (Sociedad y Centro austriacos) a periódicos comprometidos con la causa de los imperios centrales. Así era natural que se produjeran, como en verdad ocurrió, continuas deserciones en sus filas; y que la odiosidad entre los bandos condujera a un suceso lamentable, como fuera el atentado en contra de Juan Lica, que le produjera la muerte (1917), y que se atribuyó a elementos exaltados del legitimismo.

Cuando concluía aquel año de 1916, el Comité «Dalmacia» de la Defensa Nacional Yugoslava convocó a una reunión general que tuvo ocurrencia el 30 de diciembre, con el exclusivo objeto de protestar por la coronación de Carlos de Habsburgo, sucesor de Francisco José, como rey húngaro y croata, acto que precisamente sucedía en la misma fecha en Budapest.

En el discurso más importante de la asamblea, a cargo de Bencur, éste hizo énfasis en que los soberanos de Croacia sólo podían ser reyes pertenecientes a la dinastía serbia de los Karađorđević, coronados en Zagreb. Como conclusión de la reunión contestataria, la asamblea acordó desconocer al monarca Habsburgo y proclamó su fidelidad a Pedro Karađorđević, soberano de Serbia, a quien se tenía por futuro rey de todos los eslavos del sur. Transcurrieron los meses y entre tanto la situación parecía irse desmejorando en general para los beligerantes imperios Alemán y Austro-Húngaro, no obstante el derrumbe del frente ruso a comienzos de 1917. En tales circunstancias y cuando el mundo conoció las razones por las cuales Estados Unidos había decidido entrar a la guerra por el lado de los países de la Entente, una de las cuales estaba en el reconocimiento a las autodeterminaciones nacionales una vez que llegara la paz, los diputados croatas, eslovenos y serbios que representaban a sus respectivas regiones en el Parlamento de Viena, reclamaron del gobierno imperial la constitución de un estado que agrupara las nacionalidades eslavas meridionales, aunque comprendido en los términos políticos del imperio de los Habsburgo (Declaración de Mayo).

Semejante aspiración, una vez que se hizo pública, sirvió para vencer la resistencia de Serbia a la idea yugoslava y la llevó a dar su reconocimiento al Comité Yugoslavo, establecido en Londres. Realizadas las negociaciones de rigor y establecidas las concordancias políticas, Ante Trumbić, por el Comité, y Nikola Pašić, primer ministro de Serbia, suscribieron el 2 de julio de 1917 la denominada «Declaración de Corfú», por la isla griega donde tuvo lugar el encuentro de ambos líderes, que habría de sentar la base político-juridica sobre la que se fundamentaria el futuro estado nacional de los Serbios, Croatas y Eslovenos. La Declaración fue «el primer paso hacia la construcción del nuevo Estado de Yugoslavia», que habría de llamarse «Reino de los serbios, croatas y eslovenos», y preveía el establecimiento de una monarquía parlamentaria basada en la dinastía Karađorđević,un territorio indivisible y poder unificado, con las tres denominaciones nacionales y los alfabetos latino y cirílico iguales ante la ley, libertad religiosa y sufragio universal. La Declaración afirmaba que serbios, croatas y eslovenos formaban una única nación, que deseaba su unificación de acuerdo al derecho de autodeterminación. Las banderas de cada comunidad tendrían igualdad con la de la nación. Se declaraba la necesidad de convocar una Asamblea Constituyente, para establecer una Constitución que sería el origen de todos los poderes del nuevo Estado. La aprobación de la constitución debía hacerse por mayoría cualificada y ser aprobada por el rey de Serbia y la asamblea. «Este Estado será una garantía de independencia nacional y de su civilización y progreso nacional, y una poderosa defensa contra la presión de los alemanes», concluía la Declaración. La forma del Estado, centralista o federal, quedaba sin definir claramente, y la interpretación de ciertos pasajes de la declaración fue contradictoria. La declaración fue un acuerdo con concesiones mutuas entre los partidarios de un Estado federal y aquellos que abogaban por uno centralista, A pesar de incluir únicamente los asuntos en los que las dos partes habían logrado ponerse de acuerdo, el pacto mostró intención de cooperación y fue celebrado internacionalmente por los partidarios de la unión de los eslavos del sur.

Antes todavía de dicho acontecimiento, pero ya en el espíritu que materializaría el acuerdo Trumbić-Pašić, las federaciones sokolistas de América del Norte y Sudamérica habían conseguido de la abrumadora mayoría de sus entidades integrantes, la suscripción de sendas declaraciones de apoyo en favor de la liberación de los pueblos eslavos del Sur y su ulterior unificación en un estado nacional soberano. La declaración correspondiente a Sudamérica, fue firmada simultáneamente por los Sokoles de Punta Arenas y Antofagasta el día 5 de julio.

Al calor del entusiasmo que despertaría el propósito de la unión de los pueblos eslavos del sur, comenzó a producirse la franca definición por parte de los nacionalistas croatas de Magallanes en favor del yugoslavismo, y la vigorización de este movimiento. De ese modo, el 21 de Septiembre de 1917 la Gospojinsko Društvo «Hrvatska žena» (Sociedad de Damas «La Mujer Croata»), habría de transformarse en el Odbor Jugoslavenske Narodne Obrane «Katarina Zrinska» (Comité de la Defensa Nacional Yugoslava «Katarina Zrinska»). De igual forma, el incansable Petar Gašić había fundado el año 1917 la Jugoslavenska Škola (Escuela Yugoslava), en cuya denominación ha de verse una muestra más de la inquebrantable posición unionista sud-eslava.

Eran ésas, jornadas de triunfo para el yugoslavismo, que muchos de los croatas de la diaspora habían convertido en su razón suprema de lucha para la concreción de las más acariciadas ideas de renacimiento nacional.

Los acontecimientos que siguieron durante el resto del año 1917 y en 1918 son por demás conocidos: el derrumbe estrepitoso del imperio austro-húngaro, más que las insuperables contradicciones internas que por la fuerza de las armas aliadas, circunstancia histórica que, en lo que concernía a los eslavos del Sur, condujo el 29 de septiembre de 1918 a la proclamación en Zagreb (la capital croata), del Estado Yugoslavo, cuyo Consejo Nacional de Gobierno acordaría dos meses después la unión con Serbia en Belgrado, proclamándose oficialmente el día 19 de diciembre la institución del Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, conocido posteriormente como reino de Yugoslavia.

CONSECUENCIAS REGIONALES

Teniendo en consideración el objeto de este estudio, no corresponde hacer referencia a las circunstancias en que se produjo históricamente la integración de los pueblos eslavos del sur y sus consecuencias hasta nuestros días. Si, en cambio, procede exponer y analizar, siquiera de modo somero, las consecuencias que regionalmente derivarían de la unión eslava meridional.

Desde luego, en lo humano, y salvo situaciones personales de carácter excepcional en que la malquerencia persistiría, las manos hermanas se tendieron generosas para la reconciliación, con pronto olvido de antiguas diferencias. Únicamente se mantendría hasta el presente la separación de las instituciones mutuales, por razón de porfiada independencia en el caso de la Sociedad Dálmata, denominación que adoptó la antigua austriaca en 1919.

Pero, cosa singular, la aceptación ardorosa que de la idea yugoslavista se hiciera por parte de los inmigrantes croatas de Magallanes, condujo después de 1918 a una adhesión ciega al nuevo gentilicio nacional, como referencia de procedencia, con abandono total de aquel del propio origen. De tal a apera, los inmigrantes de Magallanes pasaron a ser, para si y para los extraños, no más croatas o dálmatas, sino simplemente «yugoslavos». Se ha dado de ese modo un caso rarísimo, pues en la propia Dalmacia de la que eran originarios prácticamente la totalidad de los inmigrantes arribados al Sur de Chile, la población desde 1918 hasta el presente ha seguido sintiéndose e identificándose como croata.

Procurando encontrar una explicación para tan extraña metamorfosis, que hubo de conllevar una renuncia a su identidad nacional croata difícil de entender, sólo atinamos a conjeturar que ello pudo arrancar del sentido peyorativo con que los inmigrantes tomaron la denominación «austriacos», con que por muchos años se les identificara.

En efecto, el rechazo que íntimamente expresaron los inmigrantes por tal calificación, que recién llegaron a conocer cuando se radicaron en América, pues en sus tierras natales eran sola y sencillamente croatas, aunque politicamente fueran súbditos de Austria, se expresó después públicamente. El adjetivo gentilicio «austríaco», de tal manera, pudo ser tomado —y en el hecho ciertamente lo fue— como una identificación ofensiva y rebajante para su condición racial eslava. De allí que el triunfo del yugoslavismo y la consiguiente creación del estado nacional yugoslavo, les entregaron a los inmigrantes croatas la oportunidad feliz para sacudirse de una vez y para siempre aquel odioso y molesto calificativo. Y así pasaron a ser simplemente yugoslavos.

Pero más allá de la metamorfosis gentilicia, los antiguos fervientes nacionalistas croatas se fueron desentendiendo de las ingratas y conflictivas situaciones que se fueron dando en toda Croacia, una vez que Serbia, olvidando el compromiso histórico de Corfú, buscó imponer su hegemonía política sobre aquélla y otras naciones sud eslavas incluidas en el nuevo reino.

Esta prescindencia o indiferencia, explicable tal vez en el caso de los hijos chilenos, para quienes aquellos sucesos podían aparecer como extraños, podria entenderse en los viejos inmigrantes como consecuencia de la tenaz prédica porfiadamente yugoslavista que habrían de mantener entre las dos guerras mundiales hombres como Lucas Bonačić-Dorić, Mateo Domić y Pedro Marangunić, por señalar sólo a los principales voceros. Ellos, con tenacidad, a través de charlas, conferencias, artículos de prensa y en la fecunda vida societaria, acabaron por imponer la denominación «yugoslava» como identificatoria para el apreciable contingente originalmente croata radicado en el Sur de Chile.